Capítulo LII - Dos indicaciones, una sola advertencia

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Desde que encerró su pasado muy en el fondo de su corazón, el humano comenzó a vivir en torno a proteger y hacer felices a los gemelos, por lo que, con el paso de los años abandonó la idea de siquiera entregarse a sensaciones, y emociones tan extremas como las que llegó a sentir con el dragón, tales convicciones y reglas autoimpuestas, se vieron nubladas... en tan solo una noche.

Perdido en un placer que había deseado enterrar en lo más profundo de su mente, avergonzado hasta el punto de querer desaparecer, Briel no sabía qué hacer ni cómo reaccionar, su cuerpo era el principio de un desastre guiado por esa mirada desbordada en placer que mostraba el paciente peliblanco, quien, a punto de perder la cordura, trato de aguantarse lo más que pudo para evitar asustarlo.

Entre cada caricia y ligeros roces juguetones, la temperatura corporal de los dos comenzaba a subir a tal grado que el sudor se resbalaba rápidamente por sus espaldas; ante el cambio de temperatura en ambos cuerpos, el chico no dejaba de jadear al sentir la piel tan caliente del moreno rozando con su abdomen. Sin poder ocultar del todo la gran emoción que contenía su enorme cuerpo, lentamente, Ryu lamió sus labios y comenzó a humedecer dos de sus dedos con saliva, aprovechando que el chico estaba distraído tratando de controlar sus gemidos, el travieso dragón se acercó a la rojiza oreja del nervioso azabache y con una voz que enseguida mostraba un profundo deseo, indicó.

-Como no lo hemos hecho en tanto tiempo, me voy a tomar el tiempo para prepararte adecuadamente, respira hondo... lo haré hasta cuando te quepan 3 dedos en ese adorable agujero que tienes, no quiero lastimarte...

Al escuchar esas palabras, el pelinegro solo guardó silencio y desvió la mirada, por lo que, como señal de aprobación, el moreno acercó cuidadosamente la cintura del chico a su cuerpo, y asegurándose de que su ano estuviera lo suficientemente lubricado, poco a poco, introdujo el primer dedo.

Sorprendido por la extraña sensación proveniente de su trasero, un poco acelerado, Briel preguntó.

-¡Oye!... ugh... ¿qué.... qué haces? i...i...idiota

-Te dije que te iba a preparar, a pesar de que me esforcé tanto en lubricarte bien aquí abajo con mi lengua, sigues estrecho, no estés tan tenso, qué lindo~~

-¡Ay! ¡Deja de llamarme lindo! ....tú... aahg...

Un pequeño temblor recorrió las piernas del chico pues había olvidado esa sensación tan extraña que provocaba el sentir un agente extraño entrar por su trasero. Conteniéndose con todas sus fuerzas, Ryu solo mordió sus labios mientras introducía lentamente el segundo dedo y aumentaba la velocidad de sus ágiles estocadas.

Ante tales movimientos, inconscientemente, el pelinegro abrió más sus piernas y comenzó a mover sus caderas al ritmo de las estocadas del dragón, Ryu sonrío al entender que no solo él estaba desesperado por tenerlo nuevamente entre sus brazos.

-Tus dedos son... ásperos, y... y ... largos, ugh.... no vayas... tan... rápido, por... por f... aaagggh~~

Sin poder terminar la frase pues sus constantes gemidos lo hacían perder la continuidad de sus palabras, el peliblanco volvió a mostrar sus colmillos, estaba que irradiaba felicidad combinada con una poderosa emoción de lujuria. Pese a la habilidad que mostraba en cada acto y travesura que le hacía al humano, su voz permanecía profunda, en un tono claramente seductor y con ligeros matices traviesos.

-Sabía que por aquí estaba tu punto dulce, aunque han pasado años más parecidos a milenios, no he olvidado cómo llegar hasta el...

-Cállate lagartija tonta... esto... se... siente raro...

Sujetándolo delicadamente por la espalda, el moreno lo abrazó y comenzó a besarlo, al profundizar su beso entre sus lenguas que parecían derretirse en el calor de sus esfuerzos, metió el tercer dedo y las embestidas comenzaron a subir de intensidad y rapidez.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now