Capítulo XXXVII - La persistencia de un tonto corazón humano

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Cada vez que cerraba sus ojos, nuevas pesadillas irrumpían en su débil corazón tratando de corromperlo en su totalidad, ya que la impureza entraba en el alma por este medio sin distinguir entre humanos o bestias.

El mal era para todos por igual...

A partir del incidente que ocurrió ese día en el jardín, la mente del humano cayó en un estado precario en el que, al cerrar sus ojos, miles de terribles imágenes en las que sus pequeños eran lastimados por sus manos se hacían presentes, lo cual provocó que su corazón se distanciara poco a poco de ellos, pues temía que algún fatídico día se pudieran cumplir esas terribles pesadillas que lo agobiaban día y noche.

Debido a ello trató de limitar el contacto que tenía con sus hijos. Algunos ejemplos de las nuevas reglas que se había impuesto así mismo eran; no tocarlos con las manos desnudas, amamantarlos solo dos veces al día y evitar el contacto si no era necesario.

Aunque los niños lloraban desesperadamente al desear sentir el calor de su madre, Briel los arrullaba a lo lejos con aquellas canciones que aprendió en las profundidades del ojo de agua; dichas canciones fungían como una especie de hechizo que eliminaba los malestares y en algunas ocasiones, provocaban un sueño intenso a quienes las escucharan. Al entender la situación, Orion y la abuela Alya intentaron apoyar a Briel para calmarlo, pero les fue imposible, pues no esperaban que los demonios que habitaban dentro de la cabeza del chico habían enraizado más allá de lo que pudieran imaginar.

El pelinegro se percató que todos se preocupaban por él, por lo que en un intento desesperado por tranquilizar su cabeza, tras pensar en todos los caminos más convenientes para disminuir la atención de aquellos quienes lo rodeaban, comenzó a trabajar en secreto por las noches para distraer su estrés en otros reinos lejanos haciendo trabajos peligrosos, como; espionaje, peleas clandestinas, mensajero, y quien lanzaba amenazas en forma de profundos golpes paralizantes.

Al contrario del objetivo inicial del humano, Orion y su abuela no hacían más que preocuparse cuando Briel tardaba días en llegar a casa, y cuando al fin podían verlo, pese a que intentaba cubrirse, sabían que su cuerpo estaba tapizado de golpes que simulaban flores de fríos colores, sin embargo, aquella criatura que sufría más por la visible decadencia del chico era su fiel compañera, Giri, pues al estar conectada con su alma, sentía en carne propia todos los demonios que día tras día se presentaban ante el chico como imágenes que perturbaban su corazón, por lo que se limitó a sanarlo entre sus 3 o 4 horas de sueño, y a cuidar a los gemelos.

Paulatinamente, la brillante luz en sus bonitos ojos grises se atenuó, y esa actitud radiante que lo caracterizaba perdió sus colores como las flores en los temibles inviernos que queman hasta las raíces de los viejos árboles.

El tiempo pasó y como lo prometió, cuando el invierno volvía a iniciar, nadó junto a Lotán mientras las hadas de las corrientes marinas volvían a despertar.

La bestia se asustó al notar el cambio tan radical que el humano presentaba no solo en su cuerpo, sino en su propia alma, la cual lograba resistir y no contaminarse hasta el grado de desaparecer gracias a las bendiciones que las criaturas marinas le habían otorgado cuando su alma durmió por 7 días y 7 noches, sin embargo, sabía que aunque intentara ayudarlo, era algo que debía de afrontar él sólo, por lo que, el último día en el que nadaron juntos, besó su frente y le cantó una canción de cuna que lo hizo dormir por un día entero y le permitió descasar por primera vez en mucho tiempo.

Con una triste sonrisa, desde las orillas del ojo de agua, la anguila se despidió y en sus adentros, hizo una oración dirigida a los ancestrales de los cuerpos de agua en la que pedía por la felicidad de ese humano, y que su linda luz volviera a esa mirada que tanto le gustaba. Mientras tanto, en vez de volver a casa, cegado por esa incertidumbre que su corazón volvió a sentir cuando regresó a su normalidad, Briel no dudó en distraer su mente al realizar trabajos peligrosos en la capital de un reino humano.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now