Capítulo LV - Nuevos comienzos

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Las lecciones que Briel había aprendido a lo largo de su travesía en ese extraño mundo le permitieron sobrevivir a las adversidades y disfrutar de aquellos momentos que hicieron su corazón latir de felicidad, por lo que, aunque algunas veces no quería aceptarlo del todo, comprendía que la única constante en cualquier tipo de mundo, era el cambio.

Con algo de temor en su corazón y la incertidumbre rondando sobre los escenarios ficticios que había creado en su cabeza, después de un par de años fuera, volvió al lugar que lo acogió con calidez por primera vez después de su liberación como esclavo, el reino de las bestias.

Antes de atravesar las puertas del reino, cuidadosamente, al sentir el nerviosismo que el pelinegro intentaba ocultar con todas sus fuerzas dentro de su interior, Giri se arrastró hasta sus hombros mientras veía la entrada de ese lugar que había escuchado en las incontables anécdotas que su humano le había dicho en aquellas noches en las que no podía dormir debido al insomnio por el que sufrió previo a su parto. Decidida, la astuta serpiente preguntó con ese tono directo que la caracterizaba.

-Briel... ¿estás seguro que quieres quedarte? Es el lugar del que escapaste dos veces, ¿cómo sabes que no querrás escapar una vez más?

Aún con dudas y con el fuerte miedo al rechazo de aquellos a los que llegó a apreciar en su pasado, con una sonrisa temblorosa y una mirada vacilante que trataba de convencerse a sí misma, respondió.

-Giri, creo que... de algo de lo que estoy muy seguro, es que no sé qué pasará más adelante ni si podré lograrlo, ¿pero sabes? Las mejores decisiones que he tomado, han ocurrido en situaciones similares. Estoy seguro de no estar seguro de nada, pero... hay que intentarlo, aunque tengamos miedo del futuro, sin importar qué, siempre debemos de darnos una oportunidad a nosotros mismos, o por el contrario, no podríamos seguir avanzado.

Algunas pequeñas risas escaparon del azabache, rascando su frente, finalizó su respuesta con una petición.

-Perdón por no estar tan cuerdo como debería, tantas cosas que han ocurrido me han hecho un ser humano algo peculiar. De seguro estarías mejor con algún hechicero de alta clase que pueda brindarte todo el conocimiento que mereces, pero, Giri, lo siento si suena egoísta, pero, ¿estarías dispuesta en seguir a mi lado? Si te soy sincero... yo... tengo algo de temor, mis hijos y Ryu vivirán muchos pero muchos años más, y tal vez...como mi alma no pertenece a este mundo, tendré que partir solo y navegar por una eternidad solitaria... eso, sin lugar a dudas, me da... miedo.

Los ojos rojizos de esa serpiente tan blanca como la nieve, se tornaron brillantes y alegres, conmovida por la sincera respuesta del humano, acurrucándose en su cuello delicadamente, respondió por igual.

-No seas tonto, tengo que protegerte y cuidar de esos cachorros revoltosos... Briel... graba en tu mente y alma, que hasta el día en que dejes este mundo, e incluso después, estaré a tu lado. Nací para conocerte, aprender de ti, y amarte, soy parte de tu alma y tú eres parte de la mía... sin importar dónde, o en qué condiciones estemos, siempre estaremos juntos, no lo dudes... o te morderé.

La respuesta de Giri lo hizo ganar confianza y sentirse más animado, así que acariciado su escamoso cuerpo, tomando un gran respiro y un gran valor, entró al lugar que lo vió comenzar su libertad.

Pese a sus temores y los mil escenarios negativos que había imaginado, Briel fue aceptado con los brazos abiertos de regreso al reino. La elfa Raon lloró a mares y lo regañó durante toda una noche por haberse ido de esa manera "tan descarada", la sabia Eden solo se limitó a abrazarlo y a agradecerle por volver, por otro lado, Maru y Alice estaban más que relajados por primera vez en mucho tiempo, ya que al fin ese dragón testarudo volvería y el chico regresaría a un lugar seguro junto a sus cachorros.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now