Capítulo VII - Un solecito andante

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Los días parecían eternos ante la incertidumbre. Después del tratamiento de emergencia que recibió Briel, quedó inconsciente por un mes entero, pues su energía trataba de estabilizarse del gran golpe que recibió al ser contaminada y casi agotada por completo debido a la insaciable hambre de las criaturas de tierra. Durante ese mes entero, al dragón le costaba alejarse de su lado, pues sentía un nuevo temor, que el chico volviera a desaparecer. Después de sus deberes, Ryu lo acompañaba deseando poder presenciar su despertar.

Un día soleado y despejado, su deseo se cumplió sin más. Briel despertó justo en el preciso momento en que el dragón sostenía su mano tiernamente.

-¿Ryu?... ¿eres tú?

Sus ojos parecían levantar una gran carga.

Rápidamente, el peliblanco se asustó y trato de llamar a uno de los asistentes para que analizaran el estado del chico, sin embargo, algo le impedía irse.

Una pequeña mano sujetaba la suya con lo que parecía eran todas sus fuerzas.

-No me dejes sólo...

Al ver los ojos llorosos del chico, y su delgado brazo cubierto por completo de vendas, su corazón parecía ser apuñalado por cada latido.

-Briel, no te volveré a dejar sólo, tranquilo.

Se sentó nuevamente a lado de la cama del joven, no podía no cumplir con las suplicas de aquel humano. Además, justo en el instante en que lo llamó por su nombre, su ser entero tembló, nunca se había imaginado ponerse tan feliz solo porque alguien más lo llamara.

Mientras sostenía una mirada penetrante sobre el azabache, sonreía amablemente, al grado que el propio Briel, a pesar de estar débil, se sintió apenado, lo cual provocó que su rostro y sus orejas se tornaran de un color rojizo.

-Lagartija tonta... no me sonrías así... me voy a morir enserio esta vez...

-Ahora vuelvo a ser una lagartija tonta...

El chico ocultó su rostro entre las sábanas, a la par que el dragón soltaba pequeñas risas que entorpecían la respiración del humano.

La recuperación total de Briel tomó un mes más en observación, tratamiento físico y espiritual. Alice y Maru le explicaron que de ahora en adelante no tenía de qué preocuparse, y que el sello de propiedad que portaba sobre su cuello, había sido removido ya que el hechicero había muerto de forma misteriosa.

De igual forma, con el tiempo Alice ordenó que Briel quedará oficialmente a cargo del General Ryu, y que ahora sería un ciudadano más del reino de las bestias, el primer humano en aquel lugar.

El chico preguntó a la líder el paradero de Mikael y los sirvientes del hechicero, a lo que Alice respondió que habían sido liberados de sus tareas titánicas, y que les había otorgado la libertad, pues al ser una bestia de alta categoría, podía romper sellos de propiedad rápidamente. La mujer solo pasó un pequeño mensaje que el mayordomo había solicitado se le hiciera llegar al chico...

"Vive una vida feliz sin arrepentimientos, nunca más pierdas tu libertad"

Briel se sentía agobiado, pero dejó de preguntar más por lo que había pasado ese día, no quería ni saber cómo lo habían localizado, ni cómo lo habían rescatado. Al pobre le dolía recordar el estado en que se encontraba en ese entonces, así que, sin dudarlo más, acepto todas las condiciones que Alice le había dicho, por lo que ahora viviría con el guardián del reino.

Ahora viviría con Ryu.

Al llegar al hogar del dragón, el chico sentía cierta incomodidad.

-Ryu, perdón por ser una carga, cuando me estabilice, me mudaré de aquí y te pagaré todo lo que gaste en tu casa... enserio lo siento.

El amante del dragónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant