Capítulo XX - La verdad tras la enfermedad

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Las bestias sabían que la vida humana era muy corta, por lo que su camino por la tierra debía de tener altibajos constantes; para que existiera un cambio, la perpetuidad debía de ser perturbada.

El humano y el dragón ya no temían de disfrutar su libertad sexual, a consecuencia siempre que tenían la oportunidad, consumían el acto. Llegaron a hacerlo además de en su hogar, en la oficina, al aire libre (el bosque), en la casa de la pobre sabia Eden, el Onsen, el reino de las criaturas aladas, la sala de reuniones, etc...

En fin, eran un par de calenturientos... parecían un par de adolescentes descubriendo los placeres del sexo.

Un día en el que el reino de las bestias sería el anfitrión de un importante evento, todos se preparaban para realizar el baile de aniversario del acuerdo de seguridad entre los reinos hermanos. A pesar de que casi todo el mundo esperaba con ansías en evento, Briel se encontraba tirado moribundo en la cama de huéspedes del restaurante de la elfa Raon...

El pobre estaba enfermo, pero no quería molestar a Ryu en un evento tan importante, así que fingió que no era nada serio, y le insistió para que lo dejara visitar a su amiga...

-Me voy a morir Raon...

-Ay mi cariño, te dije que vayamos al médico. Ya que no quieres molestar a ese idiota, te llevo yo. Me dijiste que Windy está aquí porque el comandante Turdus la trajo para que te viera, podemos usarla, así llegaremos más rápido...

Pálido y con ojeras profundas por no poder dormir en toda la noche, el chico a duras penas respondió.

-Raon... con trabajo le he ocultado a esa lagartija que tan enfermo estoy, él solo cree que me duele el estómago, y ya con eso me tiene muy vigilado.

-No se va a enterar de nada más, la líder lo tiene muy ocupado con los preparativos para el evento, aprovecha que lo convenciste para que te dejara sólo el día de hoy conmigo para que te cuidara... ese idiota... estás bien descolorido, y casi no comes... estoy preocupada.

Debido al fuerte molestar, Briel no pudo negarse más ante la invitación de la elfa.

Gracias a una técnica que había aprendido en su entramiento, Briel lograba reflejar su espíritu en un cristal si guardaba una parte de él cerca de su pecho, por lo que, sin dudar más, dió marcha a su plan.

La rubia cortó un cristal, e hizo un collar improvisado para que el chico pudiera realizar su técnica.

Un poco entusiasta por practicar sus nuevas habilidades, el azabache culminó.

-Ya solo falta agregar esto...

Con una pequeña daga que guardaba en su muslo derecho, el humano cortó uno de sus pulgares y derramó pequeñas gotas de sangre al cristal que haría de señuelo, ahora sin importar si se alejaba mucho del reino, o activaba la desaparición de espíritu, nadie se daría cuenta que no estaba cerca.

-¿Estás listo? Ya le dí indicaciones a Sasa, si alguien pregunta, te estoy cuidando y me pediste que no dejará entrar a nadie. Además, ¿de qué te preocupas? pediste permiso para ausentarte, y ese idiota cree que estás así solo porque estás flojo del estómago...

-Ya no me regañes Raon, no se me ocurrió otra excusa, el otro día igual me ausente porque me pasó algo similar...

La elfa suspiró. -Ese idiota te folló tan duro, que te dejó abierto. Ahora que lo pienso... aah~ me encanta esa palabra que usan ustedes los humanos, "follar" es mucho mejor que "aparearse" a mí parecer.

-No digas eso que me da pena Raon, vámonos.

-Pero no te da pena follar al aire libre...

-¡Raon!

El amante del dragónWhere stories live. Discover now