Capítulo LIV - Tres dragones, una conexión humana

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Después de pasar más tiempo con los gemelos, el dragón comprendió la difícil labor por la que pasaba Briel todos los días. Al convivir con Kin y Yue, pudo ver el reflejo de lo que eran seres criados con mucho amor y una cálida guía, sabía que, aunque el chico había tenido una infancia difícil ya que había sido invocado desde una temprana edad, hacía todo lo posible por brindarles a sus hijos todo lo que no pudo tener de niño.

Los días pasaron sin que el peliblanco se percatara, cuidar de esos cachorros llenos de energía, mantenerlos a salvo de sus propias travesuras y enseñarles acerca de cómo controlar su sangre de dragón, eran tareas muy agotadoras que por alguna razón, le parecían más demandantes que entrenar a un ejercito o realizar misiones para el reino, pero, pese a lo extenuante que pudiera resultar, amaba pasar tiempo con los niños, gracias a ello, esa parte paternal que estaba algo dormida dentro de él, comenzó a desarrollarse y a crecer cada día más.

Era curioso, pues nunca imaginó tener descendencia con alguien de su raza o con otras bestias, por eso ignoró muchos temas como el embarazo, cuidados prenatales, crianza, entre otros aspectos relevantes. Ryu estaba arrepentido, pero no dejaría pasar esa oportunidad que la vida le había otorgado, aunque fuera difícil, se había propuesto en ser una mejor bestia para Briel y un buen padre para sus hijos.

Una noche antes de uno de los días que más provocaba inquietud en el hombre, saliendo de una de las camas de los niños, escurridiza, Giri preguntó al dragoncito que yacía sentado al borde de la cama cuidando el sueño de los gemelos.

-En los días que has estado con Kin y Yue, nunca te he visto dormir bien, bestia tonta... ¿sabes que eso es malo para cualquier tipo de ser vivo con y sin razón?

En voz baja, en un tono despreocupado y medio sarcástico, respondió.

-Me conmueve que el familiar de mi Briel se preocupe tanto por mí, que servicial.

Ofendida por el comentario, Giri se arrastró hasta el borde de la ventana.

-Woa, quién imaginaría que una bestia con ese maná tan monstruoso que esconde para no asustar a todo este pueblo y sus alrededores, fuera un ser tan ignorante. Bestia tonta, no me interesas, solo me preocupa mi humano y su decendencia, si te enfermas por tus malas decisiones, ellos se van a preocupar, así que, ¿por qué no puedes dormir?, ¿acaso te molesta no dormir en una gigantesca cama esponjada como acostumbrabas a hacerlo en el reino?

Sin importarle la mala actitud que la serpiente tenía hacía él, el dragón cambió su tono sarcástico, y solo comenzó a hablar con tranquilidad.

-No sabía que también podías utilizar la habilidad de Briel, aunque no me sorprende, supongo que te alimentó con su sangre cuando naciste, eso lo explica, además del vínculo que compartes como su familiar. Me has observado cada noche entre las sombras, y entiendo la razón, no confías en mí, y lo tengo bien merecido, pero, serpiente, lo último que deseo es provocar que Briel o los niños se preocupen, adoro vivir con ellos, para los dragones no son importantes las cosas materiales, lo importante son los vínculos, así que no me importaría vivir sin nada con tal de estar a su lado.

-Si eso es lo que dices, ¿entonces porqué no puedes dormir como se debe?

Suspirando, el pequeño dragón alzó la mirada y se quedó viendo al paisaje nocturno, los recuerdos de esos años en los que estuvo separado de Briel, le provocaban una tristeza profunda que odiaba revivir por medio del recuerdo.

-Bueno, es algo vergonzoso, no quiero que se lo digas a Briel o a los gemelos, pero...

-¿Pero?

-Desde que Briel se fue de mi lado, mi sueño nunca volvió a ser el mismo, no podía dormir, siempre estaba nervioso y con recurrentes pesadillas en las que él estaba solo entre una profunda oscuridad. Me dolía el pecho, así que decidí no dormir, aunque antes de irse me dió un collar que me transmite un poco de su energía, no era suficiente. Alice, la mujer que vino hace un tiempo, para remediarlo, trató de hacerme dormir mediante tratamientos herbales, melodías con hechizos recitadas por hadas valerianas, y hasta con drogas expirementales humanas, pero, sin importar los métodos, nada me hacía conciliar el sueño. El máximo resultado que logré mostrar a lo largo de los años, fue dormir alrededor de dos o tres horas por noche. Cuando encontré a Briel, descubrí que solo puedo dormir cuando él está a mi lado, cuando no lo está, me siento ansioso y con una angustia que jamás había experimentado... así que no te lo tomes en modo de ofensa, solo son... bueno...

El amante del dragónWhere stories live. Discover now