Capítulo XVIII - Briel y la niña de agua

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Comúnmente en los escritos antiguos del mundo al que ahora formaba parte Briel, se establecía que los humanos eran los seres más débiles tratándose de maná, sin embargo, lo que pocos lograban entender, era que su fuerza radicaba en otras virtudes... no necesariamente en la fuerza bruta o la mágica.

Después del incidente con las mujeres serpiente, por la mañana, con la cabeza cabizbaja, la peliblanca se acercó al azabache quien estaba a punto de partir.

-Pequeño humano, perdón por mi comportamiento de ayer, no fue el adecuado, me apena haberte ofendido.

Briel sonrió. – Es entendible, no te preocupes, pero señorita Bel, a quien debes la disculpa principal es al general.

-¿Ah? – Su cara se tornó oscura. -A ese idiota no le debo disculpas, fue un bruto conmigo. Solo me apena haber ofendido a un humano tan lindo y amable como tú.

-¿Pero qué dijiste sinver~ -El humano discretamente se acerco al dragón, y lo pellizcó de su brazo antes de que terminara su insulto.

El moreno se limitó a suspirar y a ignorar el hecho de que la mujer estaba coqueteando con su hombre.

A regañadientes, contestó. -No necesito sus disculpas, solo que piense las cosas dos veces antes de hablar, y para que lo sepas, si te acercas a él, te mataré, ¿entiendes?

De la punta de la cola hasta su cabeza, un escalofrío recorrió su cuerpo, la chica se hizo para atrás ante la advertencia de la atemorizante bestia parada frente a ella.

-Debemos de irnos, pero Mamba, como recordatorio, por favor la próxima vez asiste a la reunión de seguridad para que te enteres bien del asunto, ¿entiendes?

-Sí sí sí, ya no seas aburrido, mandé unos regalos de disculpa directo al reino, cuando lleguen los estarán esperando.

Antes de irse, la peliblanca jaló al humano del brazo y lo acercó a su pecho para poder abrazarlo, esa mujer no le temía mucho a la muerte.

-Ay pero que ahora te he agarrado el gustito, tienes un lindo cuerpo, y eres muy amable, cuando el general te haga llorar por mujeriego, puedes venir conmigo, te consolare todo lo que quieras.

El chico no había escuchado ni la mitad de lo que dijo la mujer, pues el pobre se estaba asfixiando entre sus grandes pechos.

-No respiro... ayuda...

Sacando humo de las orejas, el dragón tomó a Briel y lo cargó, no sin antes lanzarle una última advertencia y una mirada asesina a aquella atrevida mujer.

-Lo dejaré pasar esta vez, aléjate víbora ponzoñosa.

En un parpadear, ambos partieron del lugar. Después de un rato, mientras ambos hablaban de lo sucedido al pastar sobre las nubes, Briel se percató de algo al enfocar su mirada en el camino.

-Oye lagartija, ¿estás tomando algún atajo? Este no es el camino que seguimos para ir a casa.

-Tendremos que hacer una pequeña parada, vamos a visitar a un amigo mío, acaba de ser padre por segunda vez, me mandó un ave mensajera, quiere que conozca a sus niños escamosos, y como le he hablado de tí, quiere conocerte también.

El humano se quedó pensativo por unos segundos tratando de averiguar el tipo de criatura que se trataba. -¿Niño escamoso?

A pesar de que el dragón se encontraba en su forma original, el humano pudo percibir que se reía.

-Es del reino de las criaturas marinas.

-¡Oh! Ya veo, ahora que lo pienso, tampoco visité ese reino nunca, me pregunto cómo serán sus criaturas.

El amante del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora