Capítulo XXVI - Giri (Inicio 2da temporada)

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La soledad muchas veces puede llegar a ser considerada como algo abrumador, sin embargo, la luz puede ser encontrada incluso en los lugares más oscuros e insólitos del alma.

Mientras caminaba por el gran bosque ya alejado a kilómetros del lugar que consideraba su hogar, Briel no se sentía sólo a pesar de haber sido traicionado de cierta manera por el dragón, pues además de tener en mente que cargaba con una vida en su cuerpo, en el bolso que había robado de los regalos que le hacían llegar a Ryu, se encontraba el huevo que la sabia Eden le había regalado para que se convirtiera en su raabta y lo acompañara en su nuevo viaje.

Las noches se transformaron en días, y esos días se transformaron en semanas, por lo que aquella energía y fuerza que lo caracterizaban, se fueron desvaneciendo poco a poco, por ello, el chico comenzó a buscar entre sus recuerdos algún lugar en el bosque en el que pudiera descansar sin ser localizado. Después de unas horas de reflexión, a su mente llegó la imagen de un gigantesco árbol ancestral que tenía justo un hueco que parecía una cueva donde crecían unas hierbas curativas que el hechicero le mandaba a recolectar en sus épocas de esclavo.

Con una fuerza que pareciera resurgía de sus huesos, el humano pronosticó que llegaría a ese lugar en una semana más, así que, sin dudarlo, su viaje tomó otro rumbo pues aquel árbol se encontraba en las profundidades de las montañas azuladas, las cuales eran temidas debido a todas las leyendas que las rodeaban. Era curioso, pues en cierto grado, Briel hizo que aquellas leyendas se esparcieran más y más, ya que al conocer aquella tierra virgen y las hermosas criaturas que en ellas vivían, prometió protegerlas de alguna manera.

El humano aprendió con los años a venerar a los espíritus del bosque, pues desde niño, cuando era mandado a misiones difíciles muchas veces se perdía en las profundidades de la naturaleza, ya que el pobre era pésimo con las direcciones en ese entonces. El perderse en el bosque, le permitió entender la belleza de la vida natural, y a partir de las reverencias y los bailes que los propios animales y criaturas salvajes realizaban, entendió que debía ser respetuoso con aquellos seres invisibles que protegían aquellos lugares, y que de alguna manera le permitían sobrevivir. Ahora, debido a su estado, y a que en su vientre tenía la descendencia de uno de los seres más conectados con la naturaleza, la conexión y el respeto que ya tenía de alguna forma hacía estos seres, comenzó a fortalecerse.

Un tanto aburrido, mientras tarareaba una canción que le había escuchado en ocasiones a la sabia Eden, una idea surgió de su mente.

Rápidamente sacó con cuidado al huevo de su mochila, y sujetándolo con fuerza, comenzó a hablar risueñamente.

-¡Ah! Verás que me aburre un poco no hablar con nadie. Así que como estarás a mí lado, te hablaré. Estás dentro del huevo, así que de seguro me escuchas. Aún no sé qué tipo de criatura serás, pero no quiero que me trates como a tu superior, odio esas cosas... enserio. Lo que busco es un amigo, quiero tener a alguien conmigo.

Briel suspiró y volvió a colocar al huevo cuidadosamente en su mochila.

-Creo que estás más cómodo entre la capa de esa apestosa lagartija, te pondré de nuevo adentro, no quiero que te sientas incómodo, hace mucho calor, es una buena señal, significa que estamos más cerca de mi nuevo refugio temporal, pero incluso en mi mochila, me puedes escuchar, así que te cantaré unas canciones que recuerdo de mi tierra... no te preocupes, mi voz es agradable, bueno, eso creo, prepárate.

Y de esa manera, el pelinegro comenzó a cantar y contar historias de sus misiones en sus épocas de esclavo, pareciera que no hablaba con nadie, pero Briel se dirigía al huevo, tal vez era su manera de no perderse ante la desesperación y la locura que traían consigo una soledad tan abrumadora.

El amante del dragónWhere stories live. Discover now