Capítulo 5 🎻

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Raven

Encontramos refugio dentro de una cueva mohosa. El resto de los soldados mantienen sus distancias mientras Mirko añade más leña a la pequeña fogata. La tensión crepita entre nosotros, mi mente trabaja a toda velocidad y pienso lo que he visto hace horas.

Murciélagos demoniacos y mis visiones sobre Krestel enviando a esas personas a la horca. ¿Cuántos años tenía? No era un adulto. Mi piel se estremece al sentir su oscuridad deslizándose poco a poco en mis venas.

Él no vino a buscarme personalmente, pero envió a sus mascotas. Pudo dejarnos morir e ignorar mi existencia. ¿Por qué facilitó mi entrada a su castillo? Los muertos no volverán a molestarnos y el camino estará libre de obstáculos. Supongo que no es tan indiferente o se trata de un truco. Eso no cambia que ambos nos necesitamos.

Yo quiero su protección, su poder para enfrentar al señor de las sombras, pero Krestel...

—¿Cuántos inviernos has sobrevivido? —pregunta Ava. Su cuerpo está muy cerca del mío para proporcionarnos calor. La frialdad de la muerte es difícil de combatir—. Porque dudo mucho que tengas veinte años.

La risa de Mirko provoca que varios rostros interrogantes nos observen. Dos soldados decidieron patrullar hasta que descansemos un poco. Seguiremos con el viaje cuando amanezca.

—Eres una niña muy inteligente, ¿eh? —Mirko lanza una rama al fuego —. No, no soy un jovencito como aparento.

Descanso una mano en mi barbilla, entrecerrando los ojos a su rostro juvenil. Me hago una idea exacta de su edad.

—Más de cien años.

—Ciento noventa para ser exactos —contesta —. La inmortalidad nos sienta bien a algunos.

—Todos los demás también son inmortales —Ava escanea a los soldados descansando en la esquina izquierda —. Cualquier habitante de Arkos lo es, excepto algunas criaturas.

Mirko asiente.

—No vivimos mil años como la familia real, pero más que los mortales sí.

—¿Qué tanto sabes sobre los mortales? —inquiero.

Señala mi vestido sucio y tacones altos con una sonrisa divertida. La capa apenas me cubre y hay restos de sangre manchando la tela. Apesto a muerto. Quiero meterme en una tina y quedarme ahí por horas. Quiero sacar esta sensación desagradable. Aún recuerdo la cara del olvidado que toqué. Alguien que fue torturado de formas terribles y no soportó tanto sufrimiento.

—Que visten prendas muy extrañas. En Arkos ninguna mujer usaría algo cómo eso.

Ruedo los ojos.

—Imagino que la ropa es más... modesta.

—¿Cómo puedes usar esa cosa? —Mira mis zapatos —. Es una trampa que podría provocarte una muerte muy dolorosa.

No contengo mi risita y Ava se une a nosotros. Es la primera vez que sonrío realmente desde que atravesamos el portal. Espero ver a Mirko más seguido. Estaré encantada de ser su amiga.

—Son más cómodos de lo que crees. Nací para usarlos.

—Eso me dejaste muy claro.

—Vayamos a lo importante —interrumpe Ava —. ¿Has visto otras veces a los murciélagos?

Mirko asiente y rebusca en un bolso cerca de sus pies. Saca comida enlatada y nos ofrece una cantimplora de agua. Yo acepto, pero Ava no. Estoy sedienta.

—Son guardianes del rey Krestel —Mirko abre la lata y arrugo la nariz al ver que es atún con ajo —. Ellos solo interfieren cuando son asuntos importantes o muy necesarios. Supongo que los envió para proteger a su reina —Rechazo el atún cuando me tiende —. Nunca me metería con esos pajarracos demoniacos.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now