Capítulo 38 🎻

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Raven

Mi cuerpo está cansado, pero mi mente muy despierta. Abro los ojos lentamente cuando siento suaves caricias en la piel de mi espalda desnuda. Esos familiares dedos fríos provocan que mi estómago arda en llamas. Me muevo un poco solo para ser compensada con un pequeño mordisco en la oreja.

—Krestel... —El contacto de sus colmillos me roba otro gemido.

La niebla hormonal me abruma demasiado temprano. Hermosa forma de despertar a pesar de la pesadilla. Sus dedos trazan mis omoplatos y susurra algo extraño que me hace fruncir el ceño.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mi voz un poco ahogada por horas de llanto—. Krestel...

Anoche no pude cerrar los ojos porque todo lo que veía era a él muerto, flotando en ese horrible lago del bosque. Krestel me prometió que mis visiones no se cumplirían, pero no estoy segura. Se sintió tan real.

—Admirando tus nuevos tatuajes—responde—. Tu fiel admirador te ha dado dos.

Me giro en sus brazos y lo enfrento. Por un momento, me quedo mirándolo, tratando de suprimir las últimas horas de angustia. Me encanta la forma en que sus rizos caen sobre su frente y la piel bronceada a pesar del clima estremecedor en Arkos. Los colmillos cuando sonríe le dan un toque seductor y sus ojos son mi debilidad. Lo amo tanto. Por él renunciaría a todo.

—Imposible. El único tatuaje que tengo es este—Le enseño la nota musical impregnada en mi muñeca.

Acaricia la curva de mi trasero y contengo el aliento.

—Acércate al espejo.

Confundida, me levanto desnuda de la cama y avanzo hacia el enorme espejo de la habitación. El fuego de la chimenea baña mi piel de color dorado y mi cabello rojo es tan abundante que las puntas tocan mi trasero. Es difícil ignorar la mirada lujuriosa en los ojos de Krestel.

—Date la vuelta y aparta el cabello de tus hombros—ordena y obedezco—. Ahora trata de mirar tu espalda.

Me encorvo y echo un vistazo sobre mi hombro, agradecida de que el espejo sea inmenso. Lo que veo a continuación me deja sin palabras. Es hermoso. Son dos efes en mis omoplatos, conocidos como las aberturas de un violín, tatuados en mi piel.

—No entiendo. ¿Por qué está ahí?

—El violín se fusionó con Niss durante la guerra final entre hadas y demonios—explica—. Eso significaba que todo el poder del instrumento le pertenecía a ella y podía usarlo sin tocar una nota.

—La guerra con Baltor se acerca.

—El violín lo sabe y se fusionó contigo. Su magia funcionará incluso fuera de Arkos. Es una parte de ti y solo se irá si tú lo quieres así.

No pestañeo durante unos segundos, apenas respiro. Puedo invocar los poderes del violín en cualquier momento. Eso me convierte en algo más que una médium y licántropo.

—Es muy considerado, ¿no lo crees?

Krestel me da una media sonrisa.

—Está tan obsesionado como yo.

Me lanzo de nuevo en la cama, besándolo suavemente. Sus dedos recorren los tatuajes en mis omoplatos, provocándome temblores de excitación. Hay una pequeña llama roja flotando en el aire y la nota tintinea.

—Es como si fuera un ser vivo—digo contra sus labios—. ¿Imaginas si adopta una forma?

Los ojos de Krestel se oscurecen.

—Lo mato—responde él—. No quiero a un bastardo pervertido impregnado en la piel de mi mujer.

La risita se me escapa y oculto mi rostro en su cuello.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now