Capítulo 21 🎻

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Krestel

Permanezco sobre el lomo de Shadow, mis ojos atentos al templo que se alza frente a mí. Situada en una colina cerca del castillo, la pirámide color arena es la atracción más llamativa de ciudad de reyes. Está rodeada por pinos cubiertos de nieve y dos obeliscos cerca de los escalones con los símbolos que representan a Arkos.

El murciélago en honor a los strigoi.

Las alas por las hadas.

Escalofríos me recorren como olas golpeando la orilla. No he venido a este lugar en años porque despierta emociones que me ha costado reprimir. Emociones que traen recuerdos desastrosos a mis pensamientos.

Desmonto a Shadow y me quito los guantes mientras ignoro las miradas horrorizadas que me dan algunos ciudadanos. Muchos vienen a dejar sus oraciones como si de esa manera ganarán el perdón o misericordia. Todos han sido cómplices del asesinato. Nadie se salva.

Shadow bufa y le acaricio la cabeza para que se tranquilice. Nuestra conexión es demasiado fuerte. Él no necesita ninguna orden de mi parte porque puede sentir mis emociones. Sabe que no estoy a gusto. Fue una mala idea venir.

—Quédate aquí.

Camino por los escalones pintados de oro y negro en honor a mis padres. Los individuos se arrodillan con las cabezas agachadas y cuerpos temblorosos. No tienen la valentía de mirarme a los ojos ni dirigirme una palabra. Cobardes todos.

—Majestad —susurra una voz suave. Entorno los ojos a una niña menuda con cuerpo escuálido y ropa desastrosa. Sus dedos flacos sostienen un ramo de flores y se inclina, ofreciendo el respeto que otros no —. Estamos muy honrados de recibir su visita. Mi nombre es Karrie.

Elevo las cejas y aprieto los labios para no sonreír. A diferencia del resto ella es mucho más valiente. Los súbditos jadean y una mujer que es muy parecida a la mocosa junta las manos y solloza. Piensa que lastimaré a su hija. Me tenso y aflojo los puños. Cálmate.

—Gracias, Karrie. ¿A quién le llevas el ramo de rosas?

Sus mejillas se sonrojan.

—La futura reina —contesta —. Confiamos en que pronto también nos hará una visita. Queremos escucharla tocar el violín mágico. Mi padrastro dice que nos matará como al kraken, pero yo no les creo. Ella es buena.

Mi madre fue la primera y última reina que conoció Arkos. Mientras vivía no existió el hambre, la pobreza y mucho menos el invierno sin fin. Era la luz. Ahora Raven ocupa su lugar y los habitantes la ven como un símbolo de esperanza. El cambio que esperaron por siglos.

—¿Quieres conocer a la reina?

—¡Sí! —exclama la niña —. ¡Su cabello es igual al mío!

Su madre se acerca con la cabeza gacha y las mejillas húmedas. Su falda andrajosa se arrastra hasta el suelo cuando hace una exagerada reverencia y alcanza la mano de su hija. Los espectadores siguen de rodillas y mi estómago arde por la irritación. Necesito irme de aquí pronto o perderé los estribos. Shadow patea la nieve. Está impaciente como yo.

—Majestad, lamento mucho que lo esté molestando. Por favor, perdónenos —balbucea y solloza —. No volverá a ocurrir.

El tic en mi mandíbula cruje. Gente estúpida y quisquillosa. En persona simulan ser unas pobres cucarachas indefensas, pero a mis espaldas me maldicen y desean lo peor. Ellos siguen esperando el día de mi muerte.

—Ella no me molesta en absoluto —enfatizo —. No puedo decir lo mismo de usted.

Sus ojos se agrandan y lloriquea como un cachorro lastimado. Mierda, apenas le he hablado.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now