Capítulo 13 🎻

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Krestel

No existe ninguna obra de arte que pueda superar esta imagen. La imagen de Raven desnuda sobre la mesa y rogándome que no pare. No hay rastros de la chica buena y tímida que entró por primera vez a mi castillo. Esta es una mujer sin pudor que no se preocupa. Ella sabe lo que quiere y me lo pide sin vergüenza. Una reina.

Le da riendas sueltas a su demonio interior así que la devoro con todo lo que soy, lamiéndola tan duro que sus gritos se convierten en sollozos de placer. Me agarra el pelo, arrancándome algunos mechones que me hacen sonreír. Chupo su clítoris mientras la follo con mis dedos y la muerdo. Su sabor combinado con sangre me vuelve absolutamente loco.

—No puedo más —solloza —. Krestel, por favor...

Se endereza en la mesa con el pecho agitado y tira varios platos al suelo. Sin embargo, no me detengo. No hasta que el segundo orgasmo la azota y llora mi nombre con una maldición. Ver su cara cuando se derrumba es una fantasía que jamás podré superar. Me cierno sobre su cuerpo con una sonrisa y me lamo los labios. Sus ojos azules lucen pesados mientras me mira aturdida y con la boca abierta. Tan mía.

—¿Demasiado para ti, mi reina? —Me burlo. Le rodeo el cuello con una mano y le robo un beso antes de que pueda pronunciar otra oración. Miro sus tetas un segundo y la imagen de mi pene en medio de ellas me lleva al punto de la locura. Tendré que follarlas también —. Quiero hacerte tantas cosas.

Agarro sus perfectas tetas con las manos y me las traigo a la boca para chuparlas. Me gustan porque no son grandes ni tan pequeñas. Tienen el tamaño perfecto. Cada parte de su cuerpo es absolutamente perfecto.

—Arruinaste el vestido —Se queja, acariciándome el pelo —. Me gustaba mucho.

Chupo un pezón en la boca, bajando después hasta su ombligo. Su piel de porcelana está cubierta con miles de pecas, tal y como había imaginado. Se agarra con fuerza al borde de la mesa para mantenerse firme mientras su cabeza cae hacia atrás con un pequeño gemido y se muerde los labios. Demasiado hermosa y seductora.

—Te compraré más —sonrío contra su piel —. Y después volveré a romperlas.

—Idiota.

Estoy probando el mejor festín de mi vida cuando las puertas del comedor se abren e ingresan dos guardias de seguridad. Raven chilla consternada mientras rápidamente cubro su cuerpo con el mío. ¿Qué carajos...? Mis hombres me miran con ojos amplios y arrepentidos. Di claras órdenes de que nadie nos interrumpa. ¿Cómo pueden ser tan estúpidos? Ellos han visto desnuda a mi chica y no lo dejaré pasar.

—Escuchamos gritos, alteza y creímos que alguien estaba herido —balbucea uno con el rostro rojo —. Lo lamento.

Raven me aprieta los hombros mientras usa mi cuerpo como escudo. Hijos de puta. Esto no se quedará así.

—¿Te parece que alguien está herido, imbécil de mierda? —gruño. La ira quema mi piel como lava —. Tienen cinco segundos para retirarse o estarán muertos. ¡Fuera, maldita sea!

Levanto una mano y son expulsados del comedor con una fuerza violenta y cierro las puertas en sus caras. Raven está avergonzada ahora. Sin sonrisas o la confianza de hace minutos. Les cortaré las cabezas a esos inútiles por interrumpirnos.

—Los haré pagar por esta impertinencia —Le aparto el cabello rojo de la cara húmeda —. Ellos no recordarán nada de lo que han visto.

Sus brazos inmediatamente van a sus pechos a modo de defensa y frunce el ceño.

—¿Qué les harás? Solo estaban preocupados —musita y cuando al fin comprende palidece —. Krestel...

—Era el único afortunado en este reino que vio tu cuerpo desnudo y ellos me quitaron ese privilegio.

Una Melodía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora