Capítulo 30 🎻

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Raven

Son los minutos más largos de toda mi vida porque me cuesta mucho reaccionar. El pánico me engulle inmediatamente y soy incapaz de defenderme. Estoy tan aterrada que me encuentro paralizada sin suficiente aire que llegue a mis pulmones.

Esto no puede estar pasando...

El callejón se cierra cada vez más, dejándome indefensa y a merced de los monstruos. Un cuerpo aprisiona el mío y me retuerzo debajo de él, ahogada en el terror absoluto. Nunca me encontré en un escenario igual y el instinto de supervivencia es inmenso. Mi pecho arde por la falta de oxígeno y mis ojos se cierran por el pensamiento de que esto podría ser todo. Él no me escucha y nadie vendrá a salvarme.

Nadie...

Soy mi propio héroe.

Tengo que encontrar una manera o una salida. No me rendiré, ni haré que las cosas sean fáciles para ellos. Se arrepentirán de haberme subestimado. Soy una Karlsson, futura reina de Arkos y porto la nota de la muerte. No terminará conmigo destruida y rota. No les daré nada.

—Tienes un buen cuerpo, ¿no es así? —Se burla y una mano huesuda toca mi mejilla —. Ahora entiendo porque el rey te mantiene solo para él en su castillo. Krestel Markovic siempre ha sido un bastardo egoísta con su pueblo. Tan mezquino y tacaño.

Sacudo mi rostro lejos de su alcance, pero el anciano se frustra y aprieta su agarre en mi piel. Las lágrimas empiezan a caer y sollozo. Dos enredaderas sujetan mis muñecas y mis piernas para evitar cualquier intento de escapatoria. Me sube el vestido por los muslos, lamiéndose los labios pálidos y finos.

—Vamos, no tengas miedo. Haremos que la experiencia sea agradable —Me inhala el cuello y ríe cuando ve la marca de dos colmillos en mi piel—. Oh, él ya ha dejado claro que eres suya. Pagaría por ver su reacción cuando vea que he roto su lindo juguete.

Sus manos me capturan de nuevo, atrayéndome tan cerca que me estremezco de dolor y angustia. Su aliento a putrefacción sube a mi nariz y cierro la boca cuando intenta besarme. Mi negativa lo enfada porque me da una fuerte bofetada que parte mi labio. Puntos invaden mi visión y al instante me mareo.

—Esto sucederá sin importar lo mucho que te resistas. De hecho, me gusta cuando luchan.

Por el rabillo del ojo veo a alguien desabrochar sus pantalones en un movimiento descuidado y las arcadas vienen a mi garganta. No, no, no.

—Apresúrate, Kix. Queremos nuestro turno.

—Cierra la maldita boca. Soy el líder y tengo derecho a tomarme mi tiempo con esta puta —rompe mi escote con sus garras—. No he visto a alguien tan lindo como ella en años. Un gaxa disfruta a su presa.

Son los gaxas...

La clase más baja de vampiros que tienen la habilidad de manipular a las mentes débiles, niños como Kiro que se prestó a este plan macabro. Ellos no solo se alimentan de la sangre. Son caníbales que han matado a miles de hadas a lo largo de los siglos y no tienen permitido vagar libremente por las calles de Arkos. Son prófugos de la corona.

—Suéltame ahora —Mi voz es un susurro tembloroso—. Déjame ir o será el peor error que cometas en tu vida.

Sus colegas estallan en sonoras carcajadas. No hay nadie más excepto nosotros. La magia que ha usado es demasiado fuerte para pasar desapercibidos. ¿Dónde estás, Krestel? ¿Por qué no me escuchas?

—Te dije que no me importa, estúpida puta—El peso de su cuerpo aplasta el mío y muevo las piernas desesperadamente. Sacudo la cabeza de un lado a otro y grito con la garganta en carne viva. No soporto su tacto o su aliento. Todo de él es asqueroso y repulsivo—. Ya no tenemos nada que perder. Él ha destruido nuestro hogar y se llevó gran parte de nuestra magia. ¿Por qué no quitarle algo que aprecia?

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now