Capítulo 24 🎻

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Raven

Hago angelitos en la cama, sonriendo como una tonta mientras pienso en los momentos compartidos. Se ha ido hace una hora y ya lo echo de menos. Maldito Krestel Markovic. Esto es nuevo y reconfortante. Bastante extraño, incluso. Él me aseguró que tiene un lado oscuro que no puede controlar, pero a pesar de sus advertencias me siento a salvo en sus brazos.

Irónico, ¿no?

Un demonio me hace sentir segura.

Envuelvo una sábana alrededor de mi cuerpo y me levanto de la cama. Debo recoger mis cosas de la antigua habitación y acomodarlas en el armario. Robin también está incluido en la mudanza. Me acerco a la ventana y aparto las cortinas, observando el precioso paisaje inusual de Arkos. La lluvia se ha calmado y el sol se asoma a través de las nubes rojas.

Este es mi hogar ahora.

Recojo mi vestido del suelo y entro al baño. La bañera en forma cuadrada contiene agua cálida y burbujeante. Hay una sensación de calor en mi vientre mientras alcanzo una barra de jabón e inhalo. Huele a Krestel. Todo este espacio huele a él.

Suelto la sábana y poco a poco me hundo en la bañera con un suspiro. Mi cuerpo se relaja al instante. La marca en mi cuello pulsa, aunque no duele. Me pregunto si los rastros de sus colmillos serán permanentes. Aprieto los muslos, perdiéndome en los recuerdos de la noche anterior.

Al principio mi mayor propósito fue formar una alianza con él. Entregarle mi alma nunca formó parte del plan. Krestel me impulsó a romper mis reglas. Lo mejor de esta locura es que no me arrepiento de nada.

Mis ojos vuelven a cerrarse por el cansancio y me quedo dormida durante al menos una hora. El agua sigue tibia cuando despierto y termino mi baño. Mi mente reproduce Let it be de The Beatles, las viejas notas animándome para empezar un nuevo día. Tengo que retomar los entrenamientos con Mirko y verificar cómo está Ava. También escuchar cuáles son los planes de Serenity respecto a mi boda.

Salgo de la bañera, rodeo mi cuerpo con una toalla ancha que también huele a Krestel y hurgo en su armario. La gran variedad de ropa me hace sonreír. Hay más colores además del negro.

Me lavo los dientes con un cepillo extra y peino mi cabello. Uso el mismo vestido de anoche porque debo recoger mis cosas de la antigua habitación. El espacio de Krestel es ordenado, elegante y con un toque de nostalgia. No hay cuadros familiares o alguna decoración relacionada a sus padres. Muy deprimente. Cuando vayamos juntos al mundo mortal capturaré muchas fotografías nuestras y las colgaré en las paredes.

Sigo indagando, deteniéndome frente a una estantería de libros. La primera vez que vine aquí le pregunté si hay un pasadizo secreto y él no lo negó. Quiero seguir explorando y averiguar qué ocultan algunos rincones, pero no me siento a gusto invadiendo su privacidad. Estoy segura de que Krestel matará mi curiosidad si se lo pido.

Mi estómago suelta un breve gruñido que es vergonzoso. No he comido más que el desayuno y necesito proteínas. Algo dentro de mí sabe que no descansaré mucho compartiendo la cama con Krestel. Es inaudito que me encante la idea. Soy adicta a ese hombre. No hay cura.

Ingreso al ascensor que me conduce a mi habitación, voy a chequear a Robin. La distracción no me permitió prestarle mucha atención. Ruego que Ava sí estuviera pendiente de él.

—Hey, cariño —Encuentro a Robin acostado y entretenido en la alfombra. Muerde un viejo juguete en forma de zanahoria y sonrío. Agradezco que Krestel le haya puesto un escudo de protección por el bien de mi tranquilidad —. Hoy vamos a mudarnos.

Lo tomo en mis brazos mientras abro el armario y tiro todas mis prendas en la cama. Robin lame mi rostro. Hay mucha ropa. ¿No sería más fácil que Krestel lo transporte gracias a su magia?

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now