Capítulo 11 🎻

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Krestel

Pobre bestia sin corazón. ¿Ya ha experimentado el dolor? El hambre insaciable le mostrará lo peor.

Sentirá que el tiempo no avanza.

Dos pupilas rojas observarán por primera vez un inquebrantable cielo azul.

Escuchará melodías más dulces que la miel.

Un corazón puro le dará rosas rojas a su alma profana.

Abrazará rayos de sol.

El hielo se derretirá.

Y cuando encuentre a ese alguien especial, sabrá lo que significa amar de verdad.

La condena terminará.

El sufrimiento cesará.

Tictac, tictac, pobre bestia... ¿Ya ha aprendido la lección? Todo aquel que odia será su salvación y perdición.

La canción se repite en mi cabeza una y otra vez mientras avanzo por el suelo adornado de cuerpos mutilados. El aullido salvaje corta a lo largo de mi columna vertebral. Soy un superviviente y los haré pagar. Mi labio inferior se crispa y la sed de sangre incrementa con cada paso. La ira crece y crece.

Ellos son los únicos responsables de esta desgracia.

Ellos arruinaron a mi familia.

Y esta es mi venganza.

Saco la espada de su funda y miro la figura desplomada contra un árbol. Su cabello oscuro le cubre el rostro y sus graves heridas emiten un hedor repugnante que arruga mi nariz. No mueve ni un miembro cuando me detengo frente a ella en toda mi altura sin un gramo de compasión. Ya no me queda nada además del odio. Es lo que me mantiene vivo.

Me costó semanas y meses encontrar a los responsables. Es gracioso que me hayan subestimado. Pensaron que el príncipe se mantendría escondido dentro de un armario. Ya no soy un niño. Ellos despertaron al monstruo.

—Alteza —balbucea —. Nunca se puede escapar del destino. Estoy lista para irme con los dioses.

Las llamas iluminan mi cara, mi cuerpo y la sonrisa siniestra que se forma en mis labios. ¿Los dioses?

—Arwyn. ¿Cómo prefieres morir? Tengo muchas ideas que me gustaría llevar a cabo —respondo, mi voz plana —. No seré amable con una escoria que formó parte de la masacre que acabó con mi familia.

Un líquido viscoso se derrama de su garganta y solloza. Mis mascotas se alimentan de cada cuerpo a la vista que intenta huir. Los gritos agonizantes no me generan ni un sentimiento de culpa. Nada. Ya no siento nada.

—Tus acciones demuestran que no estábamos equivocados sobre ti. Eres un monstruo —dice temblando —. No sabes lo que significa el amor.

Le miro a los ojos, con la furia brillando en los míos.

—¿No conocía el significado? Tenía un padre y una madre que amé con todo lo que soy —Me toco el pecho —. Y ustedes me los arrebataron por culpa de sus miedos y prejuicios.

—E-eres la destrucción de Arkos.

—Antes no, pero ahora sí —sonrío —. Les demostraré quien es el verdadero monstruo.

Levanta su mano ensangrentada débilmente, lanzándome una mirada de puro odio.

—¿Dolor? Aún no la conoces, pero con mi último aliento te condeno a encontrar debilidades que odias. Te condeno a la hambruna dónde ninguna sangre podrá saciarte hasta que encuentres a la correcta. Te condeno a más de doscientos años...

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now