Capítulo 26 🎻

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Raven

Krestel permanece sentado en el sofá mientras voy al baño por un paño mojado. Sus heridas no han sanado a pesar de que ha bebido mi sangre más de lo necesario. Si fuera un humano ya estaría muerto. Tiene los nudillos hinchados y la piel morada por los golpes. Estar sometido tanto tiempo al hierro trajo consecuencias. No quiero imaginar que hubiera sucedido si no lograba escapar.

—No merezco tu amabilidad —dice con voz ronca.

—No —Estoy de acuerdo —. Debería dejar que te desangres para que aprendas a no ser un idiota.

Me posiciono en medio de sus piernas y limpio la sangre negra que gotea de su ceja. Me mira atentamente, sus ojos fijos en mi rostro. Aparto el cabello rizado hacia arriba para poder limpiar su frente. Mi mano agarra un mechón, sintiendo la suavidad de las hebras. Antes de que me dé cuenta, sus brazos me rodean y luego estoy en su regazo.

Ignoro la forma que mi corazón late rápidamente.

—No quería que estuvieras ahí por una razón.

—Me di cuenta, fuiste bastante claro.

Paso el paño por su pecho, bajando lentamente hasta sus abdominales. Sus costillas también lucen horribles.

—Mierda...

Me detengo.

—¿Te duele mucho? Seré más cuidadosa.

Esboza una sonrisa con dientes brillantes.

—Para nada —dice —. Si me vas a cuidar así, que me apuñalen todos los días.

Idiota desconsiderado. Trato de levantarme, pero Krestel no me permite. Se aferra con fuerza, manteniéndome prisionera con sus brazos.

—Cuando no llegabas a casa no pude dormir y me imaginé los peores escenarios posibles. Mi corazón casi revienta de desesperación y tú haces bromas estúpidas —Mi garganta se agita por el dolor —. Mírate, ni siquiera eres capaz de moverte porque te lastimaron y no puedes sanar.

—¿No puedo sanar?

Miro su abdomen.

—Aún veo rastros de hierro en tu piel.

—No recuerdo cuando fue la última vez que alguien se preocupó tanto por mí —Recorre mis muslos con los dedos —. Me haces sentir como si fuera un niño mimado.

—Te comportas como un niño malcriado con tus trescientos años.

—Doscientos sesenta y cinco años —corrige él.

—No importa, sigues siendo un maldito inmortal inmaduro.

—Eres la única que puede hablarme así y salir impune.

—No te tengo miedo — contesto —. Alguien debe decirte en la cara que eres un imbécil con serios problemas mentales. En mi mundo te enviarían a terapia.

Se burla.

—¿Hay algo que puede solucionar mis problemas?

Honestamente, lo dudo. Es imposible que Krestel olvide su pasado y se concentre en el futuro. No avanzará mientras esté empeñado en acabar con los licántropos. Debe entender que no todos son malos. Me atrevo a decir que incluso Morana merece otra oportunidad. Su relación con ella jamás mejorará, pero necesita dejarla ir para cerrar ciclos.

No pierdo la fe en Morana, espero no arrepentirme en el futuro por admitir esto.

—Confiar más en las personas que te rodean, no todos queremos apuñalarte por la espalda —respondo —. Acepta que a muchos nos importas, Krestel.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now