Capítulo 35 🎻

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Krestel

Ella se fue hace horas y aún no ha regresado.

Cuando algo me enfada tan poderosamente como esto tengo la necesidad de buscar a los culpables y quemar el mundo entero. Nada cambiará el hecho de que Raven forma parte de una especie que asesinó a mis padres y usaron a una niña para tratar de manipularla. ¿Eso a dónde demonios nos lleva? Porque si no puedo aceptarla tal y como es lo nuestro no funcionará.

He dado vueltas en la sala de tronos, ansioso y nervioso. Ni siquiera suelo recurrir al lazo, pero lo hice para comunicarme con ella y no obtuve respuestas. Estoy desesperado, preocupado, estresado. Me atormento a mí mismo recordándome que fue mi decisión dejarla ir con Nikov. Yo debí acompañarla, aunque tampoco era una buena posibilidad. Si estaba en el mismo sitio que esas bestias los mataría uno por uno hasta que me sintiera satisfecho.

Soy un absoluto desastre sin remedio.

Con un chasquido de dedos, el cáliz vuelve a llenarse con sangre y me siento en el trono con mi cabeza latiendo. Me siento furioso porque también prometí proteger a Karrie y le he fallado. ¿Qué podría esperar de esos malditos animales? Ellos fueron la razón por la que me he convertido en un monstruo.

Mi vista se dirige al techo con cúpula y respiro varias veces para calmar la tormenta que se desata dentro de mí. Una guerra se aproxima, debemos encontrar las notas que maten a Baltor y la transformación de Raven es inevitable. ¿Cuántas pruebas soportaré?

—Por mucho que te resistas a la idea no podrás impedir que ella se una a su gente.

Enfoco mi atención en Morana que está de pie a poco centímetro de distancia. Su largo cabello azul fluye como la seda hasta su cintura y su vestido blanco brilla. Luce pálida, triste y distante. Sin el rastro de miedo que suelo ver en su cara. ¿Desde cuándo adquirió la valentía para hablarme de ese modo? Aunque no es una sorpresa. Ella nunca me ha respetado, finge hacerlo.

—No he pedido tu opinión, vete por donde viniste.

—Voy a decirlo de todos modos —sonríe, sus labios azules como su cabello—. Adelante, puedes torturarme, pero antes vas a escucharme.

Me inclino en el trono con una mano en mi barbilla y la otra en el respaldo.

—Espero que sea algo útil —murmuro—. Hoy me siento generoso y te daré la oportunidad de hablar. Si me enfadas ya sabes lo que pasará.

Su rostro sigue siendo engañosamente tranquilo.

—Es sobre Raven y estoy bastante segura de que te interesa cualquier cosa relacionada a ella.

Ladeo una ceja.

—Habla.

—Las aguas predijeron que ella encontrará la nota y le dará uso, pero a cambio pagará un precio muy alto —responde, su voz distante—. Su transformación tiene que ocurrir porque es lo único que va a salvarla.

Limpio la sangre de la comisura de mis labios y me levanto con la copa en mi mano. Morana sigue imperturbable y una parte de mí piensa en la niña valiente que me enseñó a pelear cuando tenía ocho años. Gracias a ella aprendí buenos trucos en el combate y que la confianza es primordial. Su mejor lado murió el día que se entregó a Baltor y no quedó nada.

—¿Sabes qué otra cosa ocurrirá si ella cambia de forma? —inquiero—. Tu gran amor podrá liberarse de mis torturas y su alma regresará a la vida. Es lo que quieres, ¿no?

—Raven me aseguró de que cumplirás tu palabra si accedo a ayudarte cuando llegue el momento. No lo quiero libre por muchas razones y tú sabes cuáles son.

Una Melodía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora