Capítulo 33 🎻

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Raven

Tengo que obligarme a calmar los latidos de mi corazón y respirar con profundidad. Mi mente trata de no darle importancia a las palabras de esa bruja desagradable, pero pienso una y otra vez en lo ocurrido. ¿Y lo peor? No puedo borrar de mi cabeza la expresión de Krestel.

Le prometí que nunca me iría. ¿Entonces que me llevaría a tomar la decisión contraria? Me muerdo el labio y continúo dándole vueltas al asunto mientras intento adivinar mi propio futuro. Krestel y yo estamos trabajando juntos en la confianza y queremos lo mejor para nuestra relación.

Siempre pasa algo malo, Raven. Ocurren los malos entendidos o eventos inesperados...

¿Qué podría impulsarme a abandonarlo cuando aquí soy muy feliz? Los únicos que me harían cambiar de opinión son mi familia o yo misma por alguna razón. Basta, basta. Lo que importa es el presente y debo vivirla como nunca. Disfrutar al hombre que amo y lo que me depara el destino. Nada de conspiraciones sin sentido.

Parpadeo y me enfoco en mi compañero que está de pie mientras extiende el mapa de Arkos sobre la mesa. La misión es encontrar las secuencias lineales que tocó Niss para matar a todo un ejército de demonios, pero tengo una fuerte teoría. Cuando los gaxas me asaltaron escuché la estrofa de una canción... ¿Se tratará de la misma que estamos buscando?

—Las tierras profanas de Arkos quedan más allá del bosque de los lamentos —explica Krestel —. Nadie se atrevió a pisarla desde que finalizó la guerra con las hadas y los demonios. Se ha derramado tanta sangre que diversas versiones dicen que el campo de batalla está maldito.

Frunzo el ceño y examino el mapa sin perderme ningún detalle.

—También se ha hecho sacrificios de hadas, ¿no? Los demonios entregaron a estas criaturas a cambio de más poder al dios superior al que servían en ese entonces. Tu padre era el líder.

Un rastro de culpa toca su expresión.

—Sí.

―Es fácil entrar a las tierras malditas, pero no todos pueden salir ―prosigo ―. Los fantasmas de las hadas que murieron a causa de los sacrificios aún no han tenido descanso y se encargan de eliminar a cualquiera que pise ese territorio. También son guardianas de las secuencias lineales que tocó Niss, aunque tengo una teoría muy grande.

Krestel me mira fascinado, Ava escucha con atención y sonríe mientras bebe su malteada.

—¿Sí? —pregunta Krestel.

Me levanto de mi silla y voy a su lado. El olor de su colonia me embriaga y quiero terminar con cualquier centímetro que se interpone entre nosotros. Soy adicta.

—Cuando los gaxas me atacaron en el callejón escuché las notas del violín, pero fue una mínima parte. Una estrofa —Lo miro —. Estoy segura de que no iremos a buscar una simple secuencia. Si no una canción entera que debo memorizar para acabar con Baltor. Tuve una visión.

Exhala.

—Esto es más grande de lo que pensaba —dice Krestel —. El violín está absolutamente fascinado por ti. Sintió cuando estabas en peligro y no dudó en rescatarte. Hizo mejor trabajo que yo, estoy celoso.

—Deberías —murmura Ava.

Krestel le dedica una mirada letal que me provoca una risita.

—Deténganse un segundo que estoy hablando —Le doy un empujoncito a Krestel con mi hombro —. Me vi a mí misma tocando el violín entre pilas de cadáveres. Tenía un vestido blanco manchado de sangre. Fue una imagen reconfortante y espeluznante al mismo tiempo.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now