Capítulo 12 🎻

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Raven

No es como cualquiera de los besos que he experimentado antes.

Este beso es un reclamo.

Mis pulmones luchan en busca de oxígeno mientras levanta mi cuerpo en sus brazos y deposita mi trasero sobre una gran cantidad de heno. Su rodilla separa mis piernas y no me resisto cuando su dureza frota mi suavidad. El gemido que dejo escapar es casi vergonzoso, pero no puedo parar. Necesito más.

Estoy expuesta, vulnerable y dispuesta. El aire se satura de pasión y todo lo que puedo oler es a él. Su piel tocando la mía, el crudo deseo mientras su lengua explora cada centímetro de mi boca. Y yo le permito cada caricia, susurro su nombre y le incito a darme mucho más de lo que ofrece. Mis largas uñas se clavan en su fuerte pecho y recibe el ataque inesperado como si le excitara el dolor que le provoco.

Él está decidido a borrar el recuerdo de otros labios sobre los míos y lo logra. Dudo que pueda superar este beso. Es posesivo y con el propósito de devorarme hasta que no quede nada de mí. Me rindo de buena gana, perdiéndome en el sabor a vino. Estoy mareada, ahogada en las olas de éxtasis.

Cuando siento que no puedo respirar, me separo un segundo y le beso el cuello. Krestel inclina la cabeza a un lado, indicándome donde le gustaría ser tocado. Dioses... No pensé que me cedería el control.

—Adelante —dice con los párpados pesados —. Toma lo que quieras.

Siento que estoy viendo estrellas, la locura provocándome dificultad para ver bien. Tomé las riendas de la situación, pero llegué demasiado lejos. El tiro me saldrá por la culata si no planeo mis próximos movimientos. ¿Qué pretendía tentándolo? Es un adicto sin consideración por sus donantes. ¿En qué me convierte? Una tonta que podría tener el mismo destino.

Inmediatamente me desprendo de su agarre, pero Krestel me tira del brazo y me impide moverme.

—¿Primero tientas al diablo y no puedes terminar el juego?

Mi cuerpo se arquea hacia él en contra de mi voluntad y lo odio. Lo odio tanto.

—¿Juego? Era una prueba —respondo tosca —. Mi propósito era estar cerca de ti sin que me arranques la yugular y ha funcionado. ¿Qué te detuvo?

Las llamas en sus ojos rojos se avivan.

—Burlarte de mí te costará muy caro.

Sonrío descaradamente, disfrutando leer las emociones que lucha por ocultar. Me he metido en su cabeza sin que pueda evitarlo y descubrí lo que ya sabía. No podría matarme cómo sucedió con las otras donantes. Ellas no significaban nada para él. Yo soy su compañera.

—Suenas como un hombre inseguro.

Una sonrisa se dibuja en la comisura de su boca.

—¿Inseguro? No me gustan las conspiradoras —Su nariz toca la mía e inhala —. No me agrada ser parte de cualquier plan que tengas en mente. Si deseas besarme hazlo porque quieres. No para probar un maldito punto.

Y finalmente, retrocede pasándose una mano por el cabello húmedo y rizado. Quiero gritarle que lo besé porque me moría por probar sus labios y marcar de una vez por todas mi territorio. Para que cuando vaya a dormir piense en mí y no en la próxima mujer atractiva que drenará su sangre. Quiero experimentar cosas con él. Es vergonzoso que me sienta posesiva. Nunca he sido así. Supongo que la insegura aquí es otra.

—Yo...

Me callo cuando Nikov se presenta y nos observa con las cejas elevadas. La camisa de Krestel está arrugada por mis puños y tengo el cabello despeinado, expresión acalorada y los labios húmedos. Obviamente sabe lo que hicimos antes de que llegara.

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now