Capítulo 23 🎻

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Raven

Estoy mareada cuando Skar aterriza en perfecto equilibrio sobre la enorme torre del castillo. El vestido empapado se ajusta a mi piel como un guante y mi aspecto es una catástrofe: cabello despeinado y mejillas manchadas por el maquillaje.

—Eso fue increíble—sonrío.

Sus brazos me rodean y mis piernas se aferran a sus caderas cuando bajamos al suelo. Ni siquiera logro explicar lo hermoso que luce y cuan acelerado está mi corazón. El hombre sabe cómo conquistarme. Luzco horrible, pero Krestel piensa lo contrario. Sus ojos me devoran con hambre. Apenas nos hemos tocado desde que empezó la noche.

—¿Te gustó?

—¡Lo amé! Nunca imaginé que volaría en un murciélago gigante.

Su rostro se rompe en una sonrisa.

—Aún no has visto el campo de las luciérnagas. Estoy seguro de que lo amarás.

—Quiero conocer Arkos más a fondo —sonrío, aún abrazada a su cuerpo —. Visitar todos los rincones y memorizarla en mis recuerdos.

—Es un honor ser tu guía turístico.

Levanta la vista al cielo con relámpagos y gotas de lluvia empapan su rostro. Su belleza me impacta tanto que quiero inclinarme y besarlo. Me parece incomprensible las emociones que despierta en mí. Hay momentos dónde deseo alejarme y no volver a verlo, pero soy débil con pequeños detalles como este. Caigo rendida.

Su mirada vuelve a centrarse en mí y sus labios húmedos forman una deslumbrante sonrisa. Lo odio por jugar conmigo. Es consciente de su influencia y lo mucho que me desarma. No puedo estar molesta con él toda la noche.

—¿Qué?

De nuevo esa sonrisa de idiota arrogante. Skar extiende sus alas y se retira como si supiera que debe darnos privacidad.

—Sé lo que estás haciendo, Markovic —Me aparto de su cuerpo—. No funcionará.

—La noche podría ir mejor contigo desnuda en mi cama —Su dedo recorre mi columna vertebral —. Déjame compensarte...

Lo miro sobre mi hombro, mi piel de gallina por la cercanía. El vestido mojado no ayuda a mi estado hormonal. Muestra las zonas más sensibles y Krestel exhala. Ambos nos necesitamos, pero no cederé. No importa cuantos trucos de seducción utilice.

—No todo se trata de sexo —digo enfadada —. Pudiste solucionarlo poniendo a esas arpías en su lugar y no matando a Valentyn durante mi concierto.

—Las hermanas nunca volverán a dirigirte la palabra y tienen prohibida la entrada al castillo —responde, acercándome de nuevo a él y no me resisto —. Lamento no haberte dado tu lugar antes. En cuanto a Valentyn me tenía harto. Soy consciente de que no te merezco, pero que alguien me lo recuerde a cada instante lastima mi corazón.

—¿Tienes un corazón?

—Sí, aunque te cueste creerlo.

—Aww, qué sensible —bromeo —. Eres un idiota la mayor parte del tiempo y me haces enojar, pero no deseo estar con nadie más. Solo contigo, Krestel.

Cierra los ojos.

—Gracias.

Esa simple palabra hace que me duela el alma. Realmente piensa que no merece nada bueno ni procesa que estamos juntos. Mi trabajo a partir de ahora será demostrarle que está equivocado.

—Voy a congelarme los siguientes minutos si no me llevas a mi habitación.

—¿No quieres ir a la mía?

Una Melodía MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora