Capítulo 29 🎻

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Krestel

Contemplo la figura semidesnuda de Raven. Los tacones y el vestido han desaparecido. Su estómago plano y sus suaves tetas están en exhibición para mi deleite. Caigo de rodillas ante ella y levanto mis ojos hacia los suyos. Mi mano tiembla un poco cuando arrastro su ropa interior de encaje rosa pálido por sus piernas. Hay un rastro de humedad en la tela que demuestra cuanto me necesita.

Es perfección.

Gimo en voz alta mientras mi pene palpita. Estoy poniendo cada gramo de mi esfuerzo para controlarme y no terminar tan rápido, pero es difícil. Sus labios se abren y me mira como si fuera un dios. Más bien el demonio que haría cualquier cosa por ella. Destruiría el mundo por ella.

—Dime que quieres esto, amor. Dime que quieres que te arruine.

Sus ojos azules brillan como zafiros en la oscuridad y el cabello rojo se agita por la brisa. Tan mía. Viéndola así de dispuesta entiendo porque me he vuelto adicto. Nunca podría dejarla por más que quisiera. Mi alma le pertenece. Soy suyo.

—Te quiero, Krestel. Quiero que me arruines.

Joder...

Rasgo el intento de ropa interior y ella jadea cuando entierro mi cara entre sus muslos para lamerla. Hago rodar su clítoris con mi lengua, escuchándola sollozar. Sus caderas giran contra mi rostro y sus rodillas intentan cerrarse. Mis manos la mantienen abierta y se estremece. Me detengo un segundo y la miro con seriedad. La próxima vez voy a atarla para que se quede quieta y me deje devorarla a gusto.

—¿Quieres correrte? —Asiente rápidamente sin pronunciar una palabra —. Entonces no me apartes y di la palabra mágica.

Sus manos agarran puñados de hebras, casi arrancándome el cuero cabelludo. Quiere apartarme y mantenerme cerca al mismo tiempo. La estoy volviendo loca.

—Por favor...

Carajo.

Todo en ella me abruma. Su sabor, su aroma y sus suaves quejidos. Me lengua se hunde en su interior y añado más presión con mi dedo. Raven explota, montando mi cara con tanta fuerza que debo sostenerla para evitar una caída. Con cada lamida se vuelve más ruidosa y violenta. Ella quiere una sola cosa y voy a dárselo. Emite otro gritito y su cuerpo tembloroso se estremece bajo mi poder. Mía.

—Oh, Dios, Kres...

Con mis ojos todavía en ella, la levanto en mis brazos y nos tumbo sobre las mantas blancas. Me aparto un segundo y alcanzo el borde de mi camiseta, jalándola hacia arriba y sobre mi cabeza con un movimiento desesperado. Usando mi otra mano, hago un trabajo rápido para desabotonar mis pantalones y liberar mi pene. Está grueso y duro, con líquido preseminal en la punta. Raven se lame los labios y su lengua se mueve seductoramente. Mi chica sucia.

—Pronto me tendrás —sonrío—. Solo déjame advertirte una cosa.

Traga saliva.

—¿Sí?

—No seré suave esta noche. Quiero follarte duro —Mi mano se cierra alrededor de su nuca—. Ahora date la vuelta y ponte de rodillas.

Se vuelve más roja y la confusión aparece en su hermoso rostro, pero obedece sin protestas. Tenerla así, inclinada sobre sus manos y rodillas con el trasero en el aire, me hace perder la poca cordura. He terminado de ser atento y amable. Quiero dejar marcas en su piel. Follarla tan fuerte que recordará esta noche el resto de su vida.

—Has jodido mi cabeza desde el primer día —Arrastro mi cuerpo hacia ella y la ayudo a abrir más las piernas—. Todo lo que pienso es en ti, Raven. Te necesito más de lo que me gustaría admitir. ¿Crees que es justo?

Una Melodía MortalWhere stories live. Discover now