CAPÍTULO 5. NUEVAS ADQUISICIONES

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Lo primero que hice en el descanso de la mañana fue mirar el tablón de anuncios de la biblioteca, donde habían colocado ya los nombres de los estudiantes escogidos.

Dejé escapar un suspiro de alivio cuando descubrí que Ocaso era el primero de ellos. Eso significaba que tomaría el puesto de bibliotecario. Y eso también implicaba que no tenía por qué marcharse de palacio, con lo que acabaríamos pasando más tiempo juntos y podría conocer mejor al chico que me tenía tan intrigada.

De algún modo, ya sabía que lo iba a conseguir. Estaba segura de que él era mil veces más listo y capaz que cualquiera de esos compañeros de clase tan raros que tenía.

Memoricé también los nombres de los futuros ayudantes de bibliotecario: Neón, Helio y Cénit. Sabía quiénes eran los dos primeros: el novio (podríamos llamarlo así) de Gala (que tenía que ser competente; si no, no habría logrado el puesto) y el chico que se emborrachó en la fiesta (que no sé cómo se las había ingeniado para conseguirlo; tal vez hubiera emborrachado al examinador también).

Echaba en falta a la chica que lo acompañaba; Loren, creo que era. Me pareció mucho más responsable y sensata que Helio, desde luego.

Pero estaba muy contenta por Ocaso.

No sabía si me iba a dejar sacar todos los libros que quisiera de la biblioteca; no obstante, me las apañaría para conseguirlo.

Ah, y seguro que Galaxia estaba contenta también, porque tenía pinta de que su amigo con derechos no se iba a mover del palacio en un tiempo.

Sonriendo, me dirigí a la cocina a pillar algo de comer. Por el camino, me topé con un grupo de estudiantes de la Universidad Universal (se los reconocía con facilidad, pues eran los únicos que pegaban voces en sus túnicas blancas). Tal vez estuvieran preparados ya para irse, pues si no los habían cogido no podían permanecer más tiempo en palacio. Sin embargo, reconocí a Neón: era el chico de pelo rojizo que Galaxia me señaló en la fiesta. Estaba acompañado de un chaval con el cabello rubio anaranjado y de una chica de pelo castaño claro, también casi naranja.

En cuanto me vieron, los tres se acercaron a mí.

—Disculpa —comenzó Neón—, ¿sabes dónde está el observatorio astronómico?

Me pareció muy gracioso que me miraran con esos ojos de "resuélvenos nuestras dudas, por favor, que aún nos perdemos en el palacio pese a que ya llevamos una semana aquí"; pero también me daba la impresión de que se iban a reír de mí. Tragué saliva, intentando no intimidarme, y solté deprisa:

—Planta alta; girad a la derecha nada más subir y enfilad el pasillo hasta el fondo. Al final hay una puerta que da acceso a la sala principal, pero que no se os olvide pedir permiso al astrónomo real para usar cualquier telescopio. —Antes de que me dieran las gracias y se marcharan, añadí—: Eres Neón, ¿verdad?

—Sí, ¿cómo...?

—Soy amiga de una amiga. —Como había sonado muy cutre, carraspeé y me expliqué mejor—. Soy Estela, y trabajo con Galaxia. Ambas somos damas de compañía de la princesa.

—¡Ah! —Los tres estudiantes se quedaron un poco atontados—. Ah, perdón por no hablarla de usted, señorita. No sabíamos que era... noble.

Tal vez que llevara un vestido sin mangas no ayudaba.

—No pasa nada; creo que vamos a tener que dejarnos pronto de formalidades, porque... Bueno, he visto que estáis admitidos. Nos vamos a ver más a menudo en la biblioteca.

Había apostado que los otros dos también salían en la lista.

—Sí, yo soy Helio —se presentó el otro chaval, luciendo una sonrisa deslumbrante, e interrumpiendo a Neón, que iba a volver a hablar—. Encantado de conocerte. No te preocupes, que estaremos de ayudantes en la biblioteca esta vuestra para que saques todos los libros de vestidos pijos que quieras. Sin compromiso, ¿eh?

Otro amanecer juntosWhere stories live. Discover now