CAPÍTULO 18. SECRETOS OCULTOS

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No podía creerme que fuera a hacer esto. Podía meterme en problemas, pues se suponía que husmear en las cosas de la princesa era un delito.

Pero estaba enfadada con Luna. A ver, no enfadada, pero sí dolida. Sabía que no era una buena forma de justificarlo; sin embargo, pensaba leer el diario. Era como una manera de vengarme.

Si encontraba en él pruebas de su traición, lo confiscaría y se lo entregaría al rey o al general Rayo. Así, el castigo merecería la pena.

Lo que no iba a hacer era llevarme la libreta a mi cuarto para leerla tranquilamente allí, porque eso sería injustificable. Además, lo más probable era que Luna o Galaxia aparecieran enseguida, así que tendría que actuar con rapidez y mantener un ojo en la puerta en todo momento.

Para darme tiempo a escapar si me pillaban, me oculté detrás de una de las columnas de la habitación, donde no sería tan fácil de detectar.

Al fin, mi conciencia me dejó lo suficientemente tranquila como para empezar a leer.

El diario se veía bastante antiguo, y aunque el diseño de la libreta era el mismo que aquel que Luna me había regalado hacía unos dos años, la primera fecha que estaba ahí apuntada databa de más de cinco. Supuse que aún no estaba acabado, porque las últimas páginas estaban en blanco, así que imaginé que la princesa escribía muy poco o casi nada en él.

La primera entrada decía así:

Whilem me ha dicho que es bueno organizar nuestros pensamientos en un diario. No tiene por qué ser uno físico, puede tratarse de uno mental, pero está bien tener un recuento de todas nuestras ideas y emociones.

Tendré que empezar desde el principio, supongo, para que esto funcione. La verdad es que no tengo ganas de recordarlo todo: es muy confuso y tengo poco tiempo; pero haré un esfuerzo y así quedará para la posteridad.

Desde que tenía diez años, oigo voces. No son como las llamadas de la Deidad, que se reconocen fácilmente, pues son graves, lentas y pausadas, y tienen como un eco espacial al final. Le pregunté a Papá cómo las escuchaba él, y resulta que las oye igual. No, eso no es.

La nueva voz no tiene un tono definido; cambia de timbre y altura. Son como muchas personas diferentes, pero a la vez son solo una. Y no es una voz como tal: se parece más bien a un pensamiento. A algo que viene de dentro. La primera vez que la oí, creí que había sido yo misma la que había hablado, porque, si soy sincera, parece que dice las cosas uno mismo, como si de la conciencia se tratase. Pero no, es algo completamente diferente.

Al principio, estaba asustada. Las voces no eran continuas, sino aleatorias; sin embargo, cada vez las oía con mayor intensidad. Se lo dije a mis padres y me llevaron a un psicólogo, y por un momento creí que realmente estaba loca.

Hasta que un día la voz me dijo algo que lo cambió todo para siempre. Me contó que los demás no podían oírla, porque no habían sido elegidos para ello. Me dijo que había sido bendecida como con otro Don.

Desde aquel entonces, quise saber más. Recuerdo que me pasaba las noches en vela, hablando con la voz, preguntándole cosas, averiguando datos que aún no entendía; y soñaba con escapar lejos, con viajar hacia donde la voz me decía, con hacer lo que quería que hiciera.

Entonces fue cuando empecé a servirlo. Perdón, a servirlos.

Extrañada, doblé la página. Había un gran espacio en blanco, y luego otro párrafo legible con la letra formal de Luna:

Pasé muchos años tratando de comprender las cosas, y sintiéndome mal porque no podía hacer nada. Roxa está lejos del centro del Universo, y Lunática está perdida en Roxa. No tenía manera de acercarme a ellos.

Otro amanecer juntosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz