CAPÍTULO 8: UN VALS CONTIGO

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La sala se llenó de murmullos por la aparente falta de educación del Púlsar. Pedirle matrimonio a la princesa como quien no quiere la cosa había causado el rechazo de todos los allí presentes. Tragué saliva y me giré para hablar con el bibliotecario, que había aparecido de improviso y me había cogido por sorpresa.

Estaba muy guapo; aunque, bueno, él siempre estaba guapo. Llevaba una túnica preciosa, blanca, llena de bordados dorados que formaban espirales y triángulos. Tenía un cinturón decorado con un ámbar y llevaba pantalones color crema. Se había peinado un poco (pero seguía teniendo sus rizos rebeldes) y había tratado de maquillarse ligeramente en los ojos como lo hacían los aristócratas, cosa que no había conseguido al cien por cien, probablemente por su falta de práctica.

Ahora que lo pensaba, su atuendo elegante lo hacía pasar desapercibido entre los nobles, casi asemejándolo a uno de ellos. Su ropa decía que era un erudito, sin duda, pero uno importante. Después de haberme pasado años estudiando los códigos de vestir de palacio, sabía que el conjunto que Ocaso había elegido para la fiesta había sido la mejor opción de todas las posibles.

Le miré a los ojos y entonces lo vi bien claro: él, como yo, tampoco encajaba en el mundo azul y plateado que era el palacio. Él brillaba con otra luz, tal vez dorada, que hacía que se destacara de la manera que lo hacen los extranjeros.

Sonreí.

—Este tío solo es capaz de conquistar a su reflejo en el espejo —comenté, haciendo referencia a Quásar.

Ocaso se rio.

—Ahora en serio, es un chaval de la familia de los Púlsar, ¿no?

—Sí.

—Esa es la familia que quiere la corona, ¿no?

—Eh, vosotros —Gala nos empujó, de manera disimulada—. Iros a molestar a otra parte.

Me di cuenta de que el baile iba a continuar, y estábamos en todo el medio. Ocaso me cogió de la mano y me alejó del resto de jóvenes.

Gemí internamente. Aquel gesto me había puesto muy nerviosa, y más aún cuando sentí que me apretaba la mano suavemente. Sus dedos estaban cálidos, y un escalofrío recorrió mi brazo.

—He leído sobre los Púlsar en los archivos antiguos —me iba diciendo—. Junto a los Astros y los Alba, son una de las familias nobles primordiales de Lunática. Han adquirido mucho poder a lo largo de los milenios, y actualmente se trata de la casta noble con más influencia social.

—Sí. Nosotras sabemos que intentan conseguir el trono mediante el matrimonio con la princesa. —Traté de concentrarme en la conversación, y agarré su mano con más fuerza de forma inconsciente—. Pero Luna lo ha rechazado, porque tenemos un problema aparte...

Me callé antes de revelar detalles que no debía. Tal vez Ocaso se diera cuenta, pero justo en ese momento se acercaron a nosotros tres figuras que conocíamos bien. Retiramos nuestras manos nada más verlas.

—Hola —saludó Neón, apresuradamente—. Estela, ¿sabes dónde está...?

—¿Gala? —Sonreí al ver su expresión de "me has leído la mente"—. Siendo el centro de atención en el baile. Corre, antes de que encuentre una pareja.

El chaval me hizo una reverencia y se fue con rapidez.

—Anda, pero si la Celestina se ha hecho Melibea —dijo Helio con su voz repelente.

Sabía de qué estaba hablando, había leído la historia hace mucho. Miré a Ocaso, sonrojada, aunque este se defendió:

—No sé qué te estás inventando, pero nosotros no estamos... juntos.

Otro amanecer juntosWhere stories live. Discover now