CAPÍTULO 23. EL TIEMPO APREMIA

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No sabía por qué, pero tuve un mal presentimiento cuando cerré la puerta con rapidez y literalmente volé a lo largo del pasillo, siguiendo a la ya exhausta doncella en dirección a las dependencias de nuestra princesa.

La cámara estaba abierta, y al entrar vi a Galaxia, con la cara y los ojos enrojecidos, desesperada, al borde de un ataque de nervios. Me acerqué a ella buscando entender qué pasaba, pero descubrí que no era la única persona en la sala. Neón, Ocaso, Quásar y hasta Whilem se encontraban allí; los primeros dando vueltas por toda la estancia, nerviosos, y el último contra una pared en postura pensativa.

—¡Ya está aquí! ¿Vas a abrir la boca de una vez o te vas a inventar otra excusa para no contarnos nada? —La voz del Púlsar estaba cargada de odio, nada parecida a la que normalmente ponía en mi presencia. Tragué saliva al ver cómo se acercaba al extranjero, amenazándolo—. ¡Habla, zopenco!

Whilem se llevó una mano a la cabeza, harto. Sus largas uñas rasgaron el aire.

—Antes que nada, ella tiene derecho a saber lo que ha pasado con Luna tanto o más que tú. —Sus ojos negros taladraron a Quásar, pero él logró sostenerle la mirada—. Y no seas impaciente. La princesa confía en mí, pero no en vosotros. —Ahora nos observó a los demás.

De nuevo sentí un escalofrío. Me acerqué a Gala para abrazarla y traté de sonar calmada:

—¿Qué ha pasado, Whilem?

Me tembló la voz.

—Es un tema personal. —Frunció el ceño—. Y vuestra insistencia es desquiciante, aunque es natural que queráis saberlo. Está bien; Luna ha viajado a la Base X67 en Limitor.

—¿Ha ido a ver a Allen Grish? —inquirió Ocaso, interviniendo por primera vez.

El noble le lanzó una mirada sombría.

—Es una decisión que ha tomado ella por su cuenta, y no sé qué pensaréis vosotros, pero yo quiero creer que es la correcta.

—¿Tiene eso algo que ver con que anoche me dijo que se sentía mal? —casi sollozó Gala; estaba conmocionada.

La abracé aún más y miré a Whilem buscando respuesta.

—Es muy probable.

—¿Pero de qué diablos estáis hablando? —Quásar empezó a desesperarse otra vez, y se encaró de nuevo con el invitado, que suspiró.

—Luna ha ido a hacerse una extracción de ovocitos —enunció el otro noble, muy serio.

El gemido ahogado del bibliotecario hizo que todos nos giráramos hacia él.

—¿Una punción ovárica? ¿Pero por qué justamente con Allen?

—¿Y qué es eso? —volvió a cuestionar el Púlsar.

—Que básicamente se ha quitado los óvulos para poder congelarlos —Ocaso lo observó con fastidio, y después se volteó de nuevo a ver a Whilem—. ¡Se suponía que no tenía que hacerlo! Y menos con Allen Grish. ¡Ese tipo no tiene escrúpulos, creedme! Podría usar a Luna para...

La mano del noble lo hizo callar.

—Repito; ha sido su decisión. Yo la respeto y he decidido no interferir. De todas maneras, ya que iba a ver a un médico, se ha asegurado de que fuera el mejor médico.

Percibí que aquel comentario le había sentado fatal a mi amigo, que bajó la cabeza y cerró los puños. Volví a abrazar a Gala, que se cubría la cara con las manos.

—¡Pobre Luna! —sollozó.

—Su infertilidad siempre fue algo importante para ella —susurré, tratando de mantener la calma.

Otro amanecer juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora