Capítulo 2

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Kaie

Salir de Zikhan, mi hogar, fue lo mejor que pude hacer tras el altercado que nublaba mi cabeza persistentemente todavía. Estaba controlando con todas mis fuerzas las ganas de golpear a mi tercer hermano una vez más por lo que dijo y a causa de ello terminé quebrando varios árboles que se interpusieron en mi paso con mis garras y cola en el recorrido que daba por las tierras del Este. Solo tenía en claro una cosa y era que iba a irme lo más lejos posible de ese lugar para calmar mi temperamento. 

Mis pensamientos se regían por varios puntos relacionados entre sí con todo el problema, aquella discusión y los inconvenientes por quién será el sucesor del reino no son de mi incumbencia, no cuando ya existen tres hermanos delante de mí para ello y son mucho más eficientes que yo en cuanto dirigir a todos los nuestros. A pesar de ello, sé el peso que deben estar llevando consigo, puedo comprenderlo, no soy tan ignorante e indiferente como para no hacerlo. Pero por muchas cargas que lleven consigo mismos, no es motivo para desquitarse con la más débil de nosotros y echarle la culpa de toda la situación, aunque en parte sea verdad al ser el detonante. 

De todas formas, no justifica el actuar de Shaon contra Rheia. Sylmoths... seguir dándole vuelta al asunto solo empeoraba mi humor y en algún momento mi trayecto sin rumbo me llevó al campo Radiath. Nunca pensé en detenerme más de lo debido por dos sencillas razones al lugar donde terminé llegando. Primero, hace menos de quince días que me he alimentado y el apetito no es requerido por el momento; segundo, este es un campo para sumir en un sueño profundo a la presa con sus toxinas y dejar que su cuerpo se quede intacto para conservarla el tiempo que sea necesario. Pero algo cambió mis planes por completo, en vez de seguir con mi camino lo más lejos que pueda de Zikhan, algo me hizo detener allí.

La cuestión está en la extrañeza que surge en mi interior a causa del olor... algo dulce, nuevo, fuera de lo común o cualquier otra criatura que haya cazado antes dentro del reino. Si estaba a no muchos metros de distancia y en este lugar, significaba que algún otro depredador lo ha dejado como señuelo o simplemente nadie se ha atrevido aún a ir a por ella por miedo a no resistir las toxinas. Cosa que viene a mi favor, ya que los Naga's somos resistentes a este campo por cierto tiempo, lo suficiente para ir a por esa criatura que desprende aquella extraña fragancia.

Sin dudar, termino dando rienda suelta a mi instinto y voy hacia el origen de esa extrañeza curiosa que desata en mí y mientras más me acerco otro olor se va haciendo presente en el aire, uno metálico en muestra de que es sangre. "Está herida", pienso sobre mi presa que está a poca distancia y una vez la tengo delante, un sentimiento de curiosidad y algo aún más raro que no sabría describir con exactitud me invade al verla. Al tenerla ahí enfrente mío, tumbada entre el rojo del campo que realzaba el hipnotizante color y forma de su cabellera al igual que su pequeño cuerpo, siento un breve escalofrío recorriendo mis escamas.

Es una hembra, está herida y... es rara.

Esta pequeña presa se suponía que era una qué, ¿una bestia? No lo parecía, no de las que cazan. Su cuerpo emanaba la vibra y el olor de ser una presa, esta... criatura sería mi presa. Sí. Era algo curiosa con todo su aspecto tan pequeño y suave, fácil de cazar, fácil de perseguir, fácil de devorar. Pero comerla estaba en mis últimos planes en estos momentos.

Es una criatura completamente nueva a todo lo que conozco y pareciera no encajar para nada con cómo son las demás bestias a las que me he enfrentado, si es que resulta ser una, aunque de alguna forma algo en mí me decía que esta pequeña criatura no lo era y eso iba más allá de su inofensivo aspecto. Carece de garras, no tiene alas ni cola o siquiera es cuadrúpedo, como para ganar velocidad, por la forma en que son sus extremidades y son muy pocas las criaturas de ese tipo de andar con solo dos de ellas, aunque su forma es acorde a lo que demuestran ser y es un contrincante... Esta en cambio demuestra todo lo contrario.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora