Capítulo 46

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Kaie

Siento mi fría piel arder como nunca antes lo había hecho cuando contemplo, sin poder hacer nada al respecto y me siento tan impotente por ello, cómo se llevan a mi presa, mi todo, mi Gwen. Mis ojos solo la siguen a ella y una punzada en el pecho me golpea al ver su rostro con rastros de su propia sangre roja que decoran su semblante dormido, eso lo puedo asegurar por el bajo latir de su corazón y es la única cosa que aún me mantiene cuerdo por no poder hacer nada más que observar. 

Mi cuerpo no me responde, no acepta mis órdenes absolutas sobre ponerme en acción y el temor de perderla aún prevalece sea cual fuese la situación. Me atraviesa como si el tallo de Mordekben se hubiera incrustado directamente en mí en vez de solo sus pétalos en las garras enemigas.

No sé qué tan débil es la resistencia del cuerpo de su especie, no sé hasta dónde puede ser su límite con exactitud y después de ese golpe Gwen solo cerró los ojos sin volver abrirlos incluyendo este momento en el que se la llevan del lugar con los otros dos ahora igual de dormidos que ella. Escucho a mi detrás el gruñido de mi hermano y con ello determino que está igual de abatido que yo en estos momentos. 

Impotente, vulnerable, sin poder defender a mi presa... es incontrolable el sonido que también sale desde lo más profundo de mi ser como protesta por todo esto.

—Encárguense de retenerlos en la fosa y usen los medios necesarios para que se mantengan al margen en todo esto hasta terminar con el Este —ordena a sus seguidores traidores.

Nos dedica a mí y a mis hermanos una última mirada de burla al estar prácticamente en el suelo y luego se dirige hacia su madre que retiene a la mía, ahora igual de debilitada que nosotros.

—Lo dejo todo en tus sabias manos madre, falta poco para cumplir tus sueños —hace una reverencia y parte detrás de los traidores que acataron sus órdenes como si ya lo hubieran establecido como su nuevo rey. 

Lo único que pude hacer fue arrojar mi ira haciéndola vibrar con el devastado eco del lugar, mi cuerpo no reaccionaba por más que deseaba que hiciera lo contrario y mi interior estaba puesto en llamas. No tardaron en llegar los traidores siguiendo las órdenes de Dacaeh y nos arrastraron a todos llevándonos de ambos brazos por el suelo, rebajándonos a simular ser las presas que cazamos, acompañados de insultos y golpes a propósito en el camino.

Toda esa burla podía soportarlo para mí, pero no cuando vi a mi madre rebajada a lo mismo y ante mi impotencia juré asesinar a todos estos Naga's una vez salga de aquí y recuperar a mi preciada presa intacta, porque si alguien se atrevía a dejarle una sola marca, no respondería ante mis actos cargados de una sed de sangre abrumadora.

No era el único que tenía un pensamiento parecido ante la idea de devolver con la muerte el trato dado a nuestra reina y madre, ya que tanto Drix como Rheia no perdían detalle alguno de los rostros de los traidores que nos llevaban a rastras. Por primera vez vi una furia completa en los ojos de mi dócil hermana y supe que algo también había cambiado en ella, todos tenemos el mismo objetivo y solo estamos esperando el momento indicado para ponernos en marcha.

—¡Cuidado ahí abajo! —grita un traidor una vez llegado a la orilla de la fosa, era difícil ver el interior y eso solo significaba la grande y dolorosa caída que tendría.

—Las reinas primero, ¿no? —agrega el otro con burla que sostiene a nuestra madre.

La reina Irix no dice nada cuando ese Naga voltea a ver su expresión en busca de miedo o algún sentimiento que lo haga sentirse superior, espera imposibles porque madre nunca muestra lo que el enemigo desea. Madre se mantiene con rostro apacible, pero que a su vez devuelve con unos fríos ojos que prometen la muerte a quienes la ofenden a ella o a su propio reino, demostrando el poder que la envuelve y que llena de orgullo a sus propios pilares el observarlo. 

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora