Capítulo 4

6.1K 736 60
                                    

Cuando dije que estaría esperando lo que sea que trajera para comer, nunca pensé que sería una criatura de aspecto tan poco... comestible. Tiene el tamaño de un tigre, sus patas tienen seis dedos con garras afiladas, pero no tanto como las de Kaie, el lomo es como el de un armadillo y el rostro es como el de un grifo. No tiene belleza mística ni nada por el estilo, aunque pueda ser que lo poco que tendría ya se esfumó porque está sin vida.

Lo que no tiene duda alguna es que es una de esas bestias que simplemente me comerían sin pensarlo mucho.

—Come —me alienta la otra criatura "amistosa" que tengo enfrente con mirada expectante a lo que haga.

—Bueno... ¿Cómo se hace eso? —termino diciendo avergonzada. No quiero parecer una inútil y, aunque el animal no se ve comestible por ningún lado, haré el esfuerzo. Para eso fue el entrenamiento mental sobre lo que podríamos encontrarnos allá afuera en la nave, después de todo.

Kaie se me queda mirando fijamente, un azul como el zafiro más brillante y único que podría encontrar, unos ojos que no parecían tener ni la mínima idea de que esa cosa que acababa de traer es algo "no comestible en absoluto". En su cabeza pasa el pensamiento de cómo he sobrevivido hasta ahora y lo puedo afirmar por cómo me mira, y la respuesta es clara: no lo he hecho.

Si no fuera por él, ya habría muerto y espero que, por lo menos, Lizzie haya sobrevivido también. Sea cual sea su método, ojalá y no tenga que comer un animal raro y crudo como el que tengo al lado.

—Acá —señala el cuello de la exótica criatura, lugar en el que se quedaron las profundas marcas de sus garras dibujadas en la piel.

Asiento con la cabeza y me acerco casi queriendo controlar las horcadas que surgen por el olor y aspecto de la sangre morada que hay, otro descubrimiento inesperado, esparcida por muchas partes de su extraño cuerpo. Palmo con nerviosismo la parte que él señaló que para mi sorpresa es blanda. Inconscientemente, alzo la mirada nuevamente para verlo y, ahora que estoy más cerca de él, me percato que otra vez está más bajo de lo que es realmente... Eso es un lindo gesto por su parte, ya que así no lo veo como la gran bestia y potencial devorador de humanos que es.

Como si Kaie entendiera que no tengo la menor idea de qué hacer con la criatura muerta, estira sus largas garras y corta sin asco junto a una facilidad que ni se inmuta un pedazo de su carne y ese trozo lo termina agarrando a pocos centímetros de mi cara, ofreciéndomelo para mi angustia. Trato difícilmente que el estómago no se me revuelva al ver la carne cruda y con toda la sangre derramándose de ella en su pálida mano que solo realza... el mal aspecto de toda la situación.

—Come —repite con esa misma mirada fija en mí y respiro hondo tres veces tratando de asumir valor en cada bocanada de aire.

Entonces sujeto la carne en mis manos, bien es un inicio, y me acerco poco a poco para darle un mordisco deseando que en vez de un trozo crudo de sepa qué animal alienígena es... fuera un trocito de carne normal para un humano como yo. Mi boca está a milímetros de tocar la carne y, de pronto, esta palpita en mis manos. Repito.

La. Carne. Palpita. En. Mis. Manos.

Un movimiento que detiene cualquier medida de tiempo en ese momento para mi miserable existencia, ocasionando que en menos de un segundo la arroje al suelo con un grito estruendoso por el gran susto que me dio.

—¡Se movió! —sigo gritando, yendo al lado de Kaie como si él fuera mi único escudo en esta cueva y solo cuando él voltea a verme con una ceja levantada es que recién me percato de mi acción. Prácticamente volé a su lado.

—¿Sí? —sus ojos se fijan en mí con extrañeza— Por eso te dije que lo comieras, aún se retuerce por lo que la carne es más rica y saludable. Está en su punto —contesta sin comprenderme y dejándome ¡como si yo fuera la rara aquí!

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora