Capítulo 51

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Lizzie

De un momento a otro siento como si me olvidara de algo, un cosquilleo permanece en mi piel y el breve zumbido en mis oídos ya se esfumó. Siento como si hubiera estado en un largo sueño y centrando mi atención a mi alrededor estoy en... ¿mi casa?

—Elizabeth, baja a almorzar —oigo la voz de mi madre y eso me desconcierta más de lo que podría entender.

Veo con más detalle en dónde me encuentro y estoy en mi habitación, hace bastante tiempo que no estaba aquí, aún están todas las fotografías con las que decoré los muros con diferentes paisajes o lugares del mundo que me gustaría visitar. Me acerco por inercia a esas fotografías, es como si ahora hubiera más de las que recuerdo y me encuentro con efectivamente, varias de las cuáles nunca coloqué aquí.

En algunas estoy con mamá y papá haciendo alpinismo, buceo, puenting y muchos deportes de los que siempre fui fan y muy pocos alcancé a experimentar. En otras fotos estoy en medio de las nubes con un paracaídas encima, una gran sonrisa en mi rostro y luego le siguen a esa imagen lo siguiente que sucedió ese día, ya que ahora estoy en el suelo junto a mis padres a los cuales les rodeo los hombros con mis brazos y los tres estamos riéndonos.

Todo es tan... irreal.

Ellos nunca saldrían a hacer esas cosas, su pasión es su trabajo y hacer crecer el apellido Collins como uno de los mejores del país. Nunca perderían el tiempo en esta clase de diversión.

—Elizabeth, hija, se está enfriando —vuelve a llamar mi madre y el hecho de que me dijera "hija" me desconcierta aún más, no es su forma habitual de dirigirse a mí.

Bajé sin más en espera de que todo esto se aclarara, qué está pasando exactamente, siento como si vivieran dos personas totalmente diferentes en este lugar. No soy yo. Llegué al comedor y en la cabeza de la mesa estaba mi padre como de costumbre, a su derecha estaba mi madre y por el plato servido al frente de ella supuse que me tenía que sentar ahí.

Estaban normal, como los recordaba. Ella con su esbelta y fina silueta siempre envuelta de joyas que la hacían parecer más refinada y joven, tenía el cabello rubio atado en un moño espléndido y me sonreía con unos cálidos ojos color miel.

—Espero que te guste, lo preparé con mucho entusiasmo, Elizabeth —me dice con cierta emoción para que pruebe el plato que tengo frente a mí.

—¿Tú cocinaste? —la pregunta salió más pronto de lo que hubiera evitado por la conmoción del momento.

Esto era estúpido, erróneo, falso, ni en un millón de años mancharía sus refinadas uñas postizas de miles de dólares para hacer "la labor de las sirvientas", como bien decía.

—Tu madre ha estado practicando mejorar su cocina toda la noche y lastimosamente yo he sido el que probaba todos los intentos fallidos —la voz ronca de mi padre me hace estremecer y vuelvo mi mirada a él de inmediato.

Es... extraño verlo sonriendo, su cabello sigue de un castaño oscuro que apenas demuestra algunas canas por la edad y sus mismos ojos del celeste que heredé se fijan en mí en espera de que diga algo, pero las palabras se atascan en mi garganta por escuchar la misma voz en un tono distinto a mandar órdenes en mi vida y rugir desaprobaciones por mi rebeldía, por llevar yo las riendas de mi vida.

—No asustes a nuestra Lizzie de esa forma, ya no va a querer probar lo que con tanto esfuerzo he preparado por tu culpa —reprocha mi madre, dándole un pequeño golpe en el brazo a mi padre que suelta un fingido quejido de dolor y se lanzan una mirada que solo deberían darse las personas que se aman a tal modo que todo desaparece a su alrededor.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora