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    —Perfecto, Jungkook, puedes retirarte —le habló su jefe cuando terminó de contar el dinero de la caja.

    Jungkook suspiró y se sacó la gorra. Se dirigió hacia el cuarto de empleados y abrió su casillero. De allí sacó su mochila, se metió al vestidor y se cambió el uniforme por ropa de calle. Del bolsillo pequeño de la mochila sacó su celular. Lo desbloqueó por primera vez en horas. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al notar que tenía una notificación de Instagram por parte de Jimin.

    Sin abrirla, guardó su celular en el bolsillo de su pantalón y salió del vestidor.

    —Hasta mañana —le dijo un compañero de trabajo que se cruzó por el pasillo.

    —Hasta mañana —respondió con una sonrisa.

    Salió del establecimiento y sintió la fresca brisa chocar con su rostro. Cerró los ojos, ansiaba una ducha. Respiró profundo volviendo a abrir los ojos, acomodó su mochila en sus hombros y caminó hasta la parada de ómnibus.

    Estaba anocheciendo. La cuadra estaba llena de estudiantes uniformados que esperaban el ómnibus para volver a sus casas. Charlaban entre ellos y reían, ruidosos, los más tranquilos esperaban en silencio en el asiento de la garita. Jungkook tomó asiento también, había pasado todo el día de pie.

    Primero pasó un ómnibus azul, la mitad de los estudiantes se lo tomaron. Minutos más tarde paró uno verde, Jungkook se puso de pie y se apresuró a ponerse primero en la fila para así asegurarse un asiento. Subió la escalera del ómnibus, saludó al chofer y pagó su pasaje.

    —Gracias —dijo tomando su boleto.

    Caminó por el pasillo y se sentó por el medio, del lado de la ventana. De a poco, el fondo se fue llenando de adolescentes.

    El ómnibus arrancó, Jungkook sacó su celular de su bolsillo. Lo desbloqueó y se metió a Instagram: tenía una solicitud de seguimiento y un nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Ambas notificaciones eran por parte de Jimin. Aceptó la solicitud de seguimiento y abrió el mensaje, era un simple "hola" pero no pudo evitar emocionarse. "Hola", respondió agregando una carita feliz al final del mensaje. Bloqueó su celular por los nervios. Apoyó el codo en el marco de la ventana y mordió el nudillo medio de su dedo índice. Volvió a encender la pantalla, no tenía nuevas notificaciones. Apagó el celular de nuevo y lo guardó en su bolsillo. Chasqueó la lengua y se dispuso a mirar por la ventana, decidió que era demasiado pronto como para estar pendiente a sus mensajes. Hasta hacía unas horas no tenía cómo comunicarse con él, quería tomarse las cosas con calma. Al menos ahora sabía que Jimin estaba interesado en hablarle, con eso era suficiente.

    A medida que el trayecto avanzaba, el ómnibus se iba vaciando y el bullicio de los estudiantes disminuía. La casa de Jungkook quedaba en una de las últimas paradas, estaba acostumbrado a ver el ómnibus vacío.

    Se puso de pie una parada antes, caminó hasta la puerta del fondo y tocó el timbre. El chofer abrió las puertas y bajó la velocidad de a poco, Jungkook se bajó antes de que terminara de frenar. Acomodó las asas de su mochila y empezó a caminar por la vereda hacia su casa. Iba a paso tranquilo, no tenía razones para apurarse.

    Cuando estuvo frente a su casa, prestó atención a si había un auto estacionado en el garage. Suspiró aliviado al notar que no, lo que significaba que su madre aún seguía en el trabajo y que tendría un tiempo extra antes de enfrentarla. Porque era lo que de seguro iba a pasar, le gustaba tener la última palabra y que quede claro que ella tenía la razón. Y Jungkook era igual.

    Entró a su casa, su hermana estaba jugando en la PC de la sala de estar: también estaba aprovechando que su madre no estaba.

    —¿Mamá dejó algo para la cena? —preguntó Jungkook al tiempo en que se dirigía a su cuarto a dejar la mochila. Soltó la mochila para que cayera en una esquina de la habitación.

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now