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    —¿El puerto? —cuestionó Jungkook en voz alta.

    Jimin murmuró palabras inentendibles. Jungkook lo miró, no quería dejarlo solo. Taehyung era su mejor amigo, tampoco podía dejarlo solo. Estaba en un dilema.

    El puerto era el lugar al que iban en las noches de verano, para tirarse desde lo alto a las profundas aguas del océano. A veces era por despecho, a veces era solo para divertirse.
Pero era otoño, sus intenciones le preocupaban. 

    Regresó la vista a la pantalla de su celular. Escribió con la mano zurda "¿qué haces ahí?"
Pasaron unos minutos, los dos "tics" debajo del mensaje estaban en gris, no obtuvo respuesta, Taehyung ni siquiera había leído el mensaje.
Se puso nervioso, sentía a su corazón latir rápido y le costaba respirar. Frunció el ceño.
"¿Pasó algo?" Esa vez el mensaje obtuvo un solo "tic", no le había llegado.
Aún más preocupado que antes, se dispuso a analizar sus opciones. Bloqueó el celular, miró alrededor. Su abrigo estaba en el suelo. Miró a Jimin. Esbozó un semblante de culpa. Con cuidado de no despertarlo, retiró su brazo derecho de debajo de él. Se sentó en la cama. Jimin se arrolló en posición fetal, aferrándose a las mantas. Jungkook se levantó y se fue a poner ropa abrigada. 

    Ya vestido, abrió la puerta de su habitación. Se detuvo, volteó hacia Jimin. Caminó hasta donde él estaba y, con suma delicadeza, le dio un tibio beso en la frente.

    —Solo será un momento —susurró. Jimin ni se inmutó.


    Se bajó del ómnibus en la rambla, sintiendo la brisa marítima chocar contra su rostro y desordenar sus lacios cabellos. Caminó con el negro mar nocturno a su derecha, la marea había crecido, casi no había arena visible. El puerto no quedaba muy lejos, desde donde estaba veía el puente que se adentraba hasta las aguas más hondas, donde la gente solía ir a pescar. No había nadie. Cada tanto pasaba algún auto con música alta. 

   Llegó a la primera parte del puente, la de madera. Una espesa bruma tapaba su campo de visión, aún con los faroles que había a los costados. Por unos instantes, miró a su derecha. Vio lo que pareció ser la silueta de alguien a la lejanía. Volvió a mirar al frente y comenzó a caminar hacia adelante. La madera rechinaba a medida que avanzaba. 

    Rodeó la redonda plataforma de material en busca de Taehyung, no lo vio. Supuso entonces que estaría en la parte alta. Se trepó por las escaleras de metal y subió. Al asomar la cabeza, lo encontró. Estaba sentado en el borde, con las piernas colgando hacia el vacío, comiendo ositos de gomita ácidos. Jungkook pudo respirar tranquilo.

    —¿Enloqueciste? —habló.

    Taehyung volteó a mirarlo por unos segundos. Su semblante era tranquilo, sus ojos estaban entrecerrados en calma. Le lanzó una sonrisa sutil y, después de llevarse otra gomita a la boca, regresó la mirada hacia la neblina. 

    Jungkook terminó de subir la escalera.

    —Definitivamente enloqueciste —dijo sentándose a su lado.

     Taehyung soltó una risita silenciosa. Sin mirarlo, le tendió el paquete de gomitas a Jungkook. Este se lo quedó mirando con cara de no creerse nada.

    —Te ofrecería porro, pero lo fumé en lo que venías para acá.

    Jungkook suspiró y agarró un puñado.

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now