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    Jungkook frunció el ceño. Estaba entre enojado y confundido. Dió vuelta la bolsa para que los anillos cayeran en la palma de su mano.

    En ese instante, se abrió la puerta del cuarto. Jungkook miró en su dirección encontrándose con Jimin, que lo miraba desde arriba con una expresión indescifrable. Era como de alguien que acaba de recibir una noticia mala o como si un chiste no le hubiese hecho gracia. Estaba estático en la puerta, sosteniendo el vaso de agua. Dejó el vaso sobre el escritorio, suspiró volviendo a mirar a Jungkook. Sus ojos eran fríos. Había tensión, como si un hilo estuviese a una hebra de reventarse. Silencio. Jungkook sentía su corazón latir como si tuviera puesto un estetoscopio. Había sido descubierto, pero no lograba determinar cuál de los dos estaba en falta.

    Entonces una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Jimin, su rostro pareció iluminarse de pronto. Lo miró con inocencia, como si nada hubiese ocurrido.

    —Qué vergüenza... —pareció ruborizarse, se llevó una mano a la mejilla, desviando la mirada hacia el suelo. Jungkook pudo aflojar su postura— Este es el tipo de cosas que no quieres que tu novio descubra.

    —¿Qué... qué es esto? —preguntó mirando al interior de la caja, perdido en la cantidad de pensamientos que lo bombardearon.

    Jimin se arrodilló a su lado.

    —Yo... Me apego a las cosas, ¿sabes? —empezó a explicar— Me gusta guardar cosas que me recuerdan a ti: el día en el que te conocí, nuestra primera vez, nuestro primer café, nuestra primera cita y el día en el que nos hicimos novios. Miro estos objetos y recuerdo todo eso. Perdón si te parece un poco extraño.

    —No, está bien, son tus cosas —se apuró a decir, le entregó la caja en las manos—. Solo... ¿Qué hay de mis anillos?

    —Oh, eso —rió—. Los dejaste la última vez que viniste. Los guardé ahí para no perderlos, los envolví en una bolsa y todo. Lo único que olvidé devolverlos antes, te los iba a dar hoy cuando vinieras.

    Las cosas empezaban a cuadrar en la cabeza de Jungkook. Se alegraba de no haber perdido los anillos, le gustaban mucho. Pensó en que tendría que pedirle una disculpa a su hermanita cuando llegue a casa.

    —Gracias, bonito —dijo Jungkook para después darle un sonoro beso en la mejilla. Se puso los anillos en sus respectivos dedos, abrió y cerró la mano ante la sensación de tenerlos puestos otra vez.

    —Bueno, ahora a curar esa resaca —dijo Jimin poniéndose de pie. Caminó hasta el escritorio, tomó la pastilla y el vaso y se los entregó a Jungkook.

    —¿También vas a guardar el blíster de mi primera resaca frente a ti? —bromeó Jungkook antes de meterse la pastilla en la boca y tomar un sorbo de agua.

    —Bobo —rió Jimin dándole un suave golpe en el brazo.

    Dando un fuerte impulso, Jungkook se puso de pie y dejó el vaso sobre el escritorio. Aun sintiendo que el cráneo le palpitaba, se volvió a acostar boca arriba en la cama. Cerró los ojos y estiró sus brazos por encima de su frente. Soltó un suspiro cansado. Era uno de esos momentos en los que una vocecita le decía que no volviera a tomar nunca más en su vida, aunque sabía que no le haría caso nunca. Sentía el peso de su cuerpo caer en el colchón, el cual absorbía sus extremidades como si estuviera en un remolino.

    Sintió el peso de un cuerpo a su lado. Jungkook entreabrió los ojos, incluso la luz le molestaba. Se encontró con Jimin, a los pies de la cama, escribiendo nuevamente en el cuaderno. Cada tanto, miraba en su dirección y se quedaba así... observando. Jungkook lo miraba como si estuviera en un raro sueño febril, de esos en los que todavía estás despierto pero ves cosas que no están ahí. Jimin lo miraba y escribía en el cuaderno, Jungkook quería saber lo que aquellas páginas expresaban. Vio a Jimin estirarse y sacar otro cuaderno de debajo de su cama. Cuando pasó una página, Jungkook notó que era un pentagrama. Tuvo que haberlo sabido, Jimin estaba escribiendo una canción. Jimin volvió a mirarlo, le sonrió. Jungkook le devolvió la sonrisa, adormilado.

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now