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    Era un buen día para estar vivo. Estaba a medio despertar y un poco encandilado cuando notó que su jefa le había mandado un mensaje preguntándole si podía intercambiar días libres con un compañero de trabajo. Obvio que aceptó la oferta, no le vendría mal un lunes libre, aprovechó para descansar un poco más.

    Se había despertado de forma natural dos horas después y, luego de actualizarse en su mundo virtual, se hizo el desayuno. Estaba solo en la casa, su madre estaba trabajando y su hermana estaba en la escuela.

    Todo era paz y tranquilidad.
Estaba feliz. La noche anterior se había quedado hablando hasta tarde con Jimin, hasta que les ganó el sueño y se fueron a dormir al mismo tiempo. Hacía mucho tiempo que no tenía esa clase de vínculo con nadie, alguien que sea la última persona con la que se comunicó antes de dormir y también la primera al despertar.

    Jimin protagonizaba sus pensamientos bastante seguido, antes de que pudiera darse cuenta, más de lo que hubiera elegido. Y, de cierta forma, le gustaba.
Era algo que se sentía diferente en su pecho, era un deseo de pasar tiempo de calidad con él. Quería hablarle, conocerlo más a fondo, tener una charla profunda en la que descubra sus aspectos más privados. Quería verlo sin necesidad de tener sexo... y eso era mucho decir para Jungkook, mucho para ser que solo lo había visto tres veces, llegó a pensar.
Al mismo tiempo, la idea de consolidar las cosas con alguien le aterraba. Exclusividad, compromiso... parecían ser palabras fuera de su lenguaje. Pensar en que Jimin podría pedirle algo de eso en algún momento le hacía sentirse como un pequeño niño asustado. Entonces resolvía simplemente dejarse fluir y permitir que las cosas siguieran su curso natural.
Ese había sido el bucle mental en el que se veía envuelto desde la última noche en la casa de Jimin.

     Necesitaba distraerse. Así que ni se molestó en responderle los mensajes de buenos días que había recibido por parte de Jimin, fue directo a sus amigos y los invitó a su casa para tener un torneo de ping pong en la Wii. Necesitaba un momento con sus amigos, un momento sin pensar en chicos ni en chicas ni en nada que pudiera consumir su energía.

    Estaba acomodando los controles para jugar cuando sintió las voces de sus amigos charlando fuera de su casa. Dejó todo encima de la mesa y se alistó para abrir la puerta. Taehyung y Namjoon estaban al otro lado del portón bromeando entre ellos. Jungkook los interrumpió para darles paso. Entraron a la casa y fueron directo a sentarse en el sofá frente al televisor plasma.

    Jungkook tomó uno de los controles de la Wii y lo ató a su muñeca para que no se le cayera al jugar. Puso el juego y empezó a cargar.

    —¿No vamos a hablar de cómo te desapareciste de la faz de la tierra el sábado? —interpeló Namjoon.

    Taehyung se puso de pie y tomó un almohadón, lo puso sobre su ingle.

    —¡Ahh! ¡Jungkook, sí! —gimió con los ojos cerrados mientras fingía que se cogía al almohadón, haciendo que Namjoon riera a carcajadas.

    De un movimiento rápido, Jungkook le sacó el almohadón de las manos.

    —Son unos inmaduros —dijo volviendo a poner el almohadón en su lugar, ganando que sus amigos se rieran aún más.

    —Pero, decinos —habló Namjoon en un intento de ponerse serio—, ¿estás enganchado?

    Jungkook soltó un suspiro y le dió play al juego, Taehyung se apresuró a tomar el control que estaba libre y atarlo a su muñeca.

    —He estado todo el fin de semana pensando en eso, prefiero evitar el tema —esquivó con habilidad.

    Sin más, empezaron a jugar.
Los tres eran muy buenos en el juego, en el verano solían juntarse casi todos los días a hacer sus rutinarios torneos de ping pong, por lo tanto todos los partidos fueron peleados.
Así fueron pasando las horas, dos de ellos jugaban y el otro alentaba mientras esperaba su turno para jugar contra el ganador del duelo.
Jungkook venía en una racha de invicto cuando Namjoon le ganó la mano en un punto decisivo.

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora