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    Llegó a su casa del trabajo, un poco harto de tratar con el público. Dejó su mochila en su habitación. Abrió su conversación de WhatsApp con sus amigos, habían acordado verse en un bar en el que una banda de jazz iba a tocar música en vivo. Presionó el botón para enviar un audio.

    —Me baño y salgo para allá —envió.

    Lanzó el celular hacia la cama, el cual revotó un par de veces antes de aterrizar. Jungkook abrió las puertas de su ropero. Observó toda la ropa que tenía, algunas prendas estaban dobladas y otras estaban arrolladas. Fue seleccionando la ropa que usaría y dejándola arriba de la cama. Optó por un pantalón de jean roto en las rodillas, una remera blanca simple y su chaqueta de cuero favorita. Cerró las puertas y abrió un cajón en el que estaba guardada su ropa interior, tomó un bóxer y un par de medias. De debajo de su cama sacó un par de zapatos. Ya con todo listo, se colgó la ropa al hombro, tomó su celular y salió para el baño.

    Se encontró con que la puerta estaba cerrada, por el costado del marco se podía apreciar que la luz estaba encendida. Tocó la puerta.

    —Ya salgo —era la voz de su hermana menor. 

    Jungkook rodó los ojos. Prendió la pantalla del celular y empezó a crear la lista de reproducción perfecta para su ducha del día. Al pasar de unos minutos, su hermana tiró la cisterna y abrió la puerta. Jiyu lo miró con una cara un tanto pícara y salió trotando de allí. Jungkook elevó una ceja, extrañado. Sin más, se acercó al baño. Al instante fue abrazado por una nube maloliente que le hizo tapar su nariz y cerrar los ojos con fuerza.

    —Hijjj... adelamadre —maldijo. 

    Se escucharon risas desde el pasillo.

    En otra ocasión, hubiera esperado unos momentos. En vez de eso, perfumó con un desodorante ambiente y abrió la ventanilla del baño. 

    Le dio "play" a la música de su celular. Se quitó la ropa y abrió la llave del agua. Tanteó con su mano hasta que estuviera lo suficientemente caliente, antes de meterse debajo de la lluvia. 
Puso una mediana cantidad de champú en la palma de su mano. La olió, tenía fragancia de menta. Refregó sus manos por su cuero cabelludo hasta que sus cabellos se llenaran de una blanca espuma que se escurría por sus hombros para después bajar por su larga espalda. Con los ojos cerrados, enjuagó su cabellera. 
Enjabonó la esponja y empezó a tallar su cuerpo con delicadeza. El momento de la ducha era un momento que le transmitía paz.

    De pronto escuchó un sonido corto y agudo proveniente de afuera, como un clic. Su reflejo fue mirar hacia la ventanilla que estaba casi contra el techo. No vio nada. Un poco paranoico, se paró en puntas de pie y deslizó el vidrio para cerrar la ventanilla. Tenía una sensación extraña, no se sentía seguro. Respiró profundo e ignoró todos esos pensamientos.


    Salió de la ducha. Secó su piel enrojecida por el calor del agua con una áspera toalla. Se puso desodorante y se vistió. Con el secador de pelo, desempañó el espejo del baño. Se miró por unos instantes, planificando su peinado. Resolvió que lo mejor sería secar sus cabellos de abajo hacia arriba para que quedaran un tanto alborotados, tal y como le gustaba. 

    Cuando estuvo listo, tomó su celular y fue a su habitación a ponerse perfume. Se colgó su riñonera a través de su torso, se acomodó los anillos en los dedos y salió. Su madre estaba en la cocina haciendo la cena.

    —¿Vas a volver muy tarde? —preguntó con firmeza antes de llevarse un fideo a la boca para saber si estaba cocido. 

    —Voy a dejar una llave en la maceta —dijo con cierta molestia.

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora