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    Se escuchó la puerta de entrada de la casa cerrándose y luego el motor de un auto arrancando. Jungkook frunció su ceño, empezando a despertarse. La luz de la mañana se filtraba por la tela de la cortina, la cual flameaba sutilmente gracias a la brisa que entraba por la ventana semiabierta. Se escuchaba el cantar de los gorriones y el calor del Sol matinal le daba en el rostro. Estiró su cuerpo para desperezarse, hizo sonar las vértebras de su cuello y soltó un bostezo. Abrió los ojos, recordó dónde estaba. Miró a su derecha, Jimin estaba recostado sobre su lado izquierdo. Lo estaba mirando con una suave sonrisa en los labios.

    —Buen día —dijo Jimin sin borrar la sonrisa de su rostro.

    —Buen día —volvió a bostezar, entrelazó sus dedos y estiró sus brazos hacia el techo.

    Jimin tocó el brazo derecho de Jungkook con las puntas de sus dedos.

    —Mi madre y mi padrastro se acaban de ir...

    —¿Debería irme ya? —Bajó sus brazos.

    Jimin negó con la cabeza. Su vista se centró en los anillos que Jungkook tenía puestos.

    —Tus anillos —señaló—, el otro día no los tenías puestos.

    —¿Te diste cuenta? —se sorprendió, acercó la mano en la que tenía los anillos a su rostro— Solo los uso cuando salgo, entre semana trabajo y no los puedo usar.

    —Son lindos —Tocó los anillos con sus dedos. La mirada de Jungkook fue a la pulsera de los colores de la bandera de la diversidad que Jimin tenía en su muñeca.

    —¿Usas la pulsera por algo en particular? —preguntó Jungkook, curioso.

    —La compré en una marcha del orgullo... me gusta usarla en los toques para demostrar que la gente de la comunidad también estamos en el rock —explicó jugando con la pulsera.

    —Esa pulsera fue la que me hizo hablarte —se sinceró Jungkook.

    —¿En serio? —rió.

    —Suelo salir con mujeres: si no hubiese sabido que te gustaban los hombres, no me hubiese animado a hablarte.

    —Creí que eras frontal con las personas que te atraían —recordó.

    —Cuando sé que tengo oportunidad —agregó.

    Se miraron a los ojos, Jungkook con la mirada aún algo adormilada. Permanecían en silencio mientras Jimin veía su reflejo en los ojos de Jungkook y viceversa. El bordado de la cortina dibujaba suaves sombras en el rostro de Jimin, Jungkook las observaba moverse con parsimonia.

    —¿Quieres quedarte a desayunar? —habló Jimin de pronto.

    Jungkook soltó una sonrisa sutil.

    —Claro —dijo con la voz un poco ronca.

    Sin más, Jimin se levantó de la cama. Jungkook no pudo evitar mirar su delicado cuerpo desnudo, dejó de mirarlo solo para ponerse su ropa. Cuando ambos estuvieron vestidos, bajaron a la cocina.

    Era la primera vez que Jungkook veía la casa de día, descubrió la gran cantidad de fotos que había colgadas en las paredes y los diversos adornos que había en las estanterías. Había un mueble muy lindo que hacía de isla, separaba la cocina del comedor. Encima de este había una pecera con un hermoso pez dorado nadando en su interior.

    —Ese es Zep —dijo Jimin poniendo agua a calentar en una caldera.

    —¿Lo tienen hace mucho? —preguntó tocando el vidrio de la pecera.

    —Hace unos años... está gordo y es infeliz ahí pero probablemente muera si lo liberamos —Abrió una de las puertas de un placard, sacó dos tazas y las puso sobre la mesada—. ¿Té o café?

    —Café —dijo Jungkook caminando hasta donde estaba Jimin.

    El rubio sacó dos sobrecitos de café de una caja y bajó un bollón con azúcar. Jungkook tomó uno de los sobrecitos, lo abrió y vertió su contenido dentro de una de las tazas, luego agregó el azúcar.

    —¿A tí cómo te gusta el café? —preguntó Jimin mientras preparaba el suyo.

    —Batido —dijo cargando una cuchara con un poco de agua de la canilla para después verter el líquido dentro de la taza—, un sobre de café y cuatro cucharaditas de azúcar.

    Jungkook empezó a batir su café a mano mientras esperaba a que el agua hirviera, Jimin hizo lo mismo. Cuando el agua llegó al punto de ebullición, la caldera chifló. Jimin apagó la hornalla y tomó la caldera del asa, sirvió el agua en ambas tazas.

    —¿Tienes leche? Para cortar el café —preguntó Jungkook revolviendo la bebida.

    —En la heladera —indicó Jimin.

    Jungkook abrió la heladera y sacó una caja de leche, cortó su café.

    Ya con las bebidas prontas, caminaron hasta la mesa del comedor a desayunar. Jimin se sentó en la punta de la mesa, Jungkook a su lado. Disfrutaron del desayuno mientras hablaban de cosas varias para conocerse un poco más. Jungkook descubrió que Jimin disfrutaba de las películas de terror pero que a su vez era muy sensible con las románticas, que no le gustaban las cosas agridulces y que su bebida favorita era el daiquiri de frutilla. Hubieran seguido hablando de más cosas si no fuera porque Jungkook tenía que irse antes de que la madre y el padrastro de Jimin regresaran.

    Jungkook ayudó a lavar su taza y caminó hasta la puerta de entrada.

    —Pasé lindo contigo —dijo Jimin en cuanto Jungkook dió un paso fuera de la casa.

    —Yo también lo pasé bien —sonrió Jungkook.

    Se miraron a los ojos por unos instantes, como intentando descifrar qué hacer a continuación. Por reflejo, se dieron un corto beso en los labios.

    —Nos escribimos —se despidió Jungkook, alejándose por la vereda.

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así como escribo un capítulo de 3000 palabras, escribo uno de 800, siempre impredecible.

estos días he hestado leyendo bastante más de lo que escribo pero quería traerles actualización de todas formas
espero que estén disfrutando de la historia <3

por otro lado, ya son 4k lecturas, ¡muchas gracias! me hace muy feliz

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now