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    El local de comida rápida estaba más lleno de lo normal. Era viernes, estaban en hora pico y llovía. Parecía que todos los turistas se habían metido allí a gozar del glamour de comer con la mano en bandejas de plástico.

    Dentro, en la cocina, el ambiente era tenso. Todo el mundo se movía para todos lados cumpliendo con más de una tarea a la vez. El encargado de piso daba órdenes a los empleados como si estuvieran en un entrenamiento militar. Jungkook estaba en la freidora de papas, sumergiéndolas en el caliente aceite. Controlaba tres canastas a la vez, midiendo los tiempos de cocción de cada una con el reloj de la pared, cuando su jefe le habló con firmeza.

    —Jungkook —El chico volteó el rostro en su dirección—, te necesito limpiando las mesas —Jungkook asintió con la cabeza, en su rostro se podía detectar un rastro de cansancio. El hombre giró sobre sus talones para dirigirse a una chica que estaba barriendo el suelo—. Lalisa, cubre al compañero.

    Jungkook dejó lo que estaba haciendo y caminó hasta una pared en la que estaban colgados unos cuantos delantales negros con un gran bolsillo al frente. Pasó el cuello y después ató las cintas a su cintura. Tomó un rociador de agua y jabón y un trapo blanco que colgó en su hombro. Conteniendo las ganas de suspirar, salió de la cocina. Tomó una respiración profunda al sentir el aire libre de olor a fritura. Miró alrededor, las mesas estaban llenas y las que estaban vacías tenían torres de mugre. Se permitió suspirar.

    Aceptando su destino, se acercó a una de las mesas sucias. Primero juntó las bandejas de plástico y las llevó al recipiente donde las acumulaban para después dárselas al bachero para que las lave. Luego juntó las bolas de papel de servilleta y roció la mezcla de agua y jabón. Estaba terminando de secar la mesa con el trapo cuando un hombre que estaba detrás de él lo llamó.

    —Chico —Jungkook cerró los ojos por unos instantes para mentalizarse, no le gustaba nada el tono en el que le estaban hablando. Puso su espalda recta y dió media vuelta sobre sus talones. Se encontró con un hombre pelado con sobrepeso cuyos botones de la camisa parecían a punto de explotar—, escuchame una cosa... Sabes que me dieron un sobre de ketchup y un sobre de mayonesa pero yo pedí unas papas grandes y no me alcanza con eso.

    Jungkook se pasó la mano por la cara, siempre era el mismo reclamo.

    —Es una política de la empresa, si quiere puede ir al mostrador y tal vez le hagan una excepción —dijo con el tono más cordial que sabía proyectar.

    El hombre frunció el ceño y se cruzó de brazos. Jungkook recordó que todo lo hacía por ese deseado apartamento en cualquier lado alejado de su casa.

    —Ya fui a reclamar y no me dieron nada. Yo soy cliente de todos los días, cuatro veces a la semana vengo, no me pueden atender así.

    —No hay nada que yo pueda hacer, señor.

    —¡Nadie puede hacer nada! —enfureció, caminó hasta la mesa en la que estaba, volcó un vaso con refresco, le tomó la mano a su hija y empezó a caminar fuera del local— ¡No pienso pagar un peso!

    Jungkook no lo detuvo.

    —Como si a mí me cambiara en algo —suspiró. Lo único que lamentaba era que ahora tendría que limpiar el desastre que el muy maleducado señor había dejado.

    Se dirigió a la mesa y empezó a hacer el mismo proceso. Tiró —con notoria lástima— la comida casi intacta, guardó las bandejas sucias y secó y limpió la mesa. Se sonrió al ver la superficie relucir, en parte le gustaba más este trabajo que estar dentro de la cocina. Levantó la vista para hacer sonar su cuello y luego hacer torsiones de columna.

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now