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    No sabía qué decir o cómo reaccionar, había sido tomado por sorpresa. Estaba ahí, de pie, y no podía mirarlo a los ojos. Sentía culpa, sentía vergüenza.
Taehyung se levantó de la cama.

    —¿Cuándo ibas a decirme? —preguntó, dolido, mostrando la carta. Al no recibir respuesta por parte de Jungkook, soltó una risa incrédula— No ibas a decirme, ¿verdad?

    Jungkook bajó la mirada, aún sin decir nada.

    —¿Todavía tienes sentimientos por él? —volvió a interrogarlo, acercándose unos pasos a él— ¿Es por eso que no estás conmigo? ¿Porque aún piensas en Jimin?

    —Taehyung...

    —No... yo... —tomó una respiración profunda, se llevó los dedos índice y pulgar al puente de su nariz, frustrado— Yo no debería estar reclamándote esto. Es solo que... —volvió a mirar a Jungkook, herido— Hoy me dijiste que creíste verlo.

    —No lo creí, lo vi.

    —Ese no es el punto.

    —¿Y cuál es el punto?

    —No puedes seguir aferrado a alguien que nos hizo tanto daño.

    —Es complicado —intentó defenderse.

    —¿Complicado? —soltó, frívolo— El loco amenazó a mi familia, Jungkook. ¡Amenazó con matarme! ¿Y te parece complicado?

    Una notificación de WhatsApp llegó al celular de Jungkook. Él miró a la pantalla iluminada, temeroso. Taehyung lo notó y decidió ver de qué se trataba. Leyó el mensaje sin abrir la notificación. Era un "te extraño" por parte de Jimin. Soltó el celular hacia la cama haciendo una mueca con la boca.

    —Si tanto se extrañan —habló con la voz entrecortada mientras hacía una bola de papel con la carta—, pueden chupársela entre los dos e irse bien a la mierda.

    Arrojó la bola de papel con rabia y empezó a caminar fuera de la habitación, empujando a Jungkook en el proceso. Jungkook se apresuró a quitarse la toalla y ponerse una bermuda para evitar que se vaya. Cuando salió de la habitación, la puerta del apartamento estaba abierta, el casco de Taehyung no estaba. Corrió hacia los pasillos intentando alcanzar el ascensor. Llegó justo cuando las puertas estaban terminando de cerrarse. Jungkook posó la palma de su mano en el frío metal, había llegado tarde.

    Derrotado y con el cuerpo pesado, volvió al apartamento. Cerró la puerta. Vio la botella de vino que había sobre la isla de la cocina. Abrió un cajón del que tomó un sacacorchos, abrió el vino y se fue para el dormitorio. Con las luces apagadas, se acostó en la cama y prendió el televisor en busca de una distracción. 

    Tomó vino hasta que ya no se pudo mantener despierto. Fue la única manera de borrar todos aquellos pensamientos que encontró; de borrar la voz acusatoria de Taehyung, de borrar las palabras de aquella carta, de borrar el nudo que tenía en la garganta. Y aún así, eso no evitó que llamara a Taehyung, no evitó que le dejara mensajes de voz diciéndole lo mucho que lo sentía.
Cayó dormido, sentado, con la botella vacía y la televisión encendida.


    Era de madrugada cuando el incesante tono de su celular lo trajo de vuelta de su sueño etílico. Un poco mareado, agarró su celular. La llamada entrante era de la madre de Taehyung. Jungkook, extrañado, frunció el ceño. Atendió el teléfono.

    —¿Diga? —soltó un bostezo.

    —Jungkook... —la voz de la mujer estaba tomada por el disgusto. Jungkook se sentó en la cama, preocupado— Oh, Jungkook...

Para Siempre [Kookmin]Where stories live. Discover now