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    Definitivamente, el clima no era el adecuado para estar en la calle de manga corta. Pero, como había estado tomando, no sentía el frío. Había bebido cuatro quintos de la botella de vodka, él solo. Las veredas nocturnas, poco transitadas, estaban sucias, se tambaleaba cada unos cuantos pasos para tomar otro trago. No le importaban las miradas de la gente, no le importaba en qué estado terminaría. Solo quería escapar de la realidad, escapar del peso de las circunstancias. Si tenía que atragantarse con alcohol para lograrlo, lo haría. 
Cuando vio el mensaje del guardia de seguridad, no tuvo el valor de abrir el video. En cambio, fue directo a la estación de servicio a comprar su veneno para aquella noche.

    Tropezó con un desnivel de la vereda, se sostuvo en un poroso poste para no caer, raspándose la palma de la mano. Se recompuso y siguió su camino sin rumbo. Se sentía como un zombi que avanzaba por inercia. Estaba dolido, estaba destrozado. Caminaba bajo la mirada incesante de los ojos que lo observaban. Hablaba solo, maldiciendo con palabras enredadas. 

    Un auto con música alta pasó por al lado suyo con la ventana abierta. Jungkook rió al reconocer la canción. Empezó a bailar mientras caminaba con la vista clavada en el suelo.

    —Criminal, cri, criminal —cantó entre balbuceos.

    Levantó la mirada, tomó otro trago. Vio como el auto paraba unas cuadras más adelante, justo al lado de un pequeño tumulto de gente. No conocía esa parte de la ciudad. Extrañado, Jungkook decidió que ese sería su destino. Caminó ya más derecho, curioso. La gente que había allí estaba vestida con ropa extraña, como si Die Antwoord hubiera abierto una tienda de ropa de segunda mano. El olor a marihuana era potente y apenas se escuchaba un rumor de música electrónica. El lugar no tenía luces hacia afuera ni nada por el estilo, se veía como una casa normal con puerta a la vereda. Vio a un par de personas abrirla, entonces las siguió. Dentro había una pequeña sala completamente vacía a oscuras, la música se escuchaba un poco más fuerte. Había una puerta en el fondo, luces de colores se veían por la ranura.

    La pareja abrió la puerta y, como si se tratara de un portal, esta dio acceso a un mundo de colores y descontrol. Los muebles de la casa estaban todos contra las paredes grafiteadas. La gente bailaba con energía, algunas personas tenían puestos lentes oscuros. No tenía idea de donde estaba, pero le gustaba. 

    Una chica chocó contra él de frente, volteó a mirarla. En su mano llevaba una bolsita transparente con pastillas de colores. Miró hacia el frente, había un grupo de chicos llevándose pastillas a la boca. Era justo lo que Jungkook necesitaba. Se dirigió hacia ellos.

    —Gurices, ¿eso es rola? —preguntó Jungkook cerca de ellos para que lo escucharan.

    Ellos se miraron entre sí y asintieron.

    —¿Dónde la consiguieron?

    Uno de los chicos señaló hacia el pasillo.

    —Gracias —dijo dejándole la botella de vodka a uno de ellos.

    Jungkook caminó por el oscuro pasillo hasta el final, donde había una puerta abierta. Era el baño. Había una chica sentada en la tapa del inodoro usando su celular. Ella levantó la mirada y, al notarlo, se puso de pie. Tenía puesta una campera ancha reflectiva.  Jungkook se la quedó mirando sin saber muy bien cómo acercarse. Ella levantó una ceja, mirándolo de arriba a abajo, no lo conocía. Adivinó lo que quería. De su bolsillo, sacó una bolsa de pastillas. 

    —Con una me alcanza —dijo Jungkook. La chica abrió la bolsa y sacó una pastilla. Le tendió la mano. Jungkook metió la mano en el bolsillo de su pantalón— ¿Cuánto es?


    Jungkook cerró los ojos y se tomó la pastilla con un poco de miedo, era la primera vez que lo hacía. Fue a sentarse en el sillón mientras esperaba a que hiciera efecto.


    La música se empezó a sentir mejor, los colores se veían más vibrantes y el cansancio que le había dejado el alcohol desapareció. Se sentía eufórico, con energía y con ganas de comerse el mundo. Se puso de pie y empezó a bailar al ritmo de la música. Todo daba vueltas, todos los estímulos eran excesivos. Se acercaba a bailar con las personas como si fueran amigos de toda la vida. Por primera vez en días, se sentía feliz. Reía y saltaba, levantaba los brazos y pisaba con fuerza. Éxtasis. 

    De pronto, un par de suaves manos de dedos pequeños taparon su visión. El tacto se sintió como un eco. Jungkook, sonriente, llevó sus manos a las muñecas de la persona. Fue atraído hacia atrás. Giró sobre sus talones y allí estaba, más baja que él, con la mirada cubierta por una capucha y de labios voluptuosos, la figura que le había cubierto la vista. Sintió sus manos en su cara y fue atraído en un beso profundo. Jungkook se entregó por completo, su boca estaba seca pero no le importó. Besar se sentía muy bien. Su cuerpo pedía más contacto, empezó a acariciar la espalda de la persona. Era una experiencia sensorial superior a cualquiera que hubiera tenido. Sentía cada roce de su ropa sobre su piel y cada partícula de dióxido de carbono que chocaba contra su cara.
Sí recordaba su primer beso con Jimin, la forma en que aquellos suaves labios se apoderaron de los suyos. Recordaba la emoción del momento, la adrenalina de besarlo por primera vez. Recordaba cada toque, cada mínimo contacto. Se sintió igual.

    Estaba mareado. Entró acompañado a su oscura habitación. Empezó a sacarse la ropa, bastante desesperado. Sus labios volvieron a encontrarse con los del individuo, que se sacaba también las prendas para dejarlas en el suelo. Cayeron en la cama sin mucha gracia, todo era más bien instintivo y apresurado. Jungkook estaba muy excitado. Sentía calor. Las frías manos de la persona debajo suyo recorrieron su cuerpo con parsimonia, sensual, haciéndolo estremecer. La habitación se llenó de suspiros. 
Recordaba también su primera vez, a lujo de detalle. Los besos en su cuello, húmedos y candentes, que le hicieron perder el control. Recordaba la forma en que sus glúteos desnudos se sentían en sus manos. Recordaba la deliciosa fricción y el palpitar de sus cuerpos y el deseo. Escuchaba los gemidos de placer y se escuchaban igual. 

    Cada instante era un recuerdo de lo que había tenido. Se sentía fantástico. Agarraba los claros cabellos del chico llegando al clímax. Hizo su cabeza hacia atrás por la satisfacción. Todo era corporal y sin sentimientos, justo como aquella vez. 
A su mente llegaron imágenes, bombardeándolo. Su cuarto, el cuarto de Jimin, el living, la península, el cuarto del otro Jimin, el baño de la casa de Yoongi: todos los lugares en los que habían tenido sexo.
Entonces sintió un bajón de presión y se desplomó a un lado del chico.


    Era de mañana. Un fuerte bocinazo fue el causante de la interrupción de su sueño. Apoyó sus manos en el colchón, sobresaltado. Estaba desnudo. No podía conectar los sucesos de la noche anterior. Solo sabía que se había emborrachado, que había tomado MDMA... y que había tenido relaciones sexuales con alguien. Miró a su derecha. Un curvilíneo chico rubio, de piel clara y delicada, estaba acostado en posición fetal de espaldas a él. Jungkook abrió los ojos de par en par y reprimió un grito: aquella figura era demasiado familiar. Temeroso, extendió un brazo hacia el chico. Tomó su hombro con cuidado e hizo a su torso rotar. Cuando vio su rostro, sintió que el alma se le iba del cuerpo: era Jimin.


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...i'm hella crazy <3
no voy a actualizar dos capítulos hoy, al final, se me hizo tarde jsjsjs
pero mañana publico el siguiente.

si entendieron algo de lo que pasó en este capítulo, merecen un premio.
intenté que fuera lo más difuso posible para "retratar" el estado de Jungkook y cómo él percibía las cosas.

espero que les haya gustado.

¡Nos leemos!

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora