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    Jungkook quedó petrificado por unos segundos. Juraría que el tiempo se había detenido en el instante en que reconoció las facciones del chico. Él estaba ahí, quieto también, mirando su espalda.

    Con el corazón en la garganta, Jungkook volteó en su dirección. Pasó una camioneta de escolares que le impedía ver el otro lado de la calle. Cuando la camioneta terminó de pasar, notó que el chico había empezado a correr lejos de allí.

    Jungkook no esperó más y empezó a correr detrás de él. Por no mirar a los costados, casi fue atropellado por una moto pero se detuvo en el momento justo. Esto lo retrasó. Volvió a correr, el chico le llevaba una cuadra de ventaja.

    Lo perseguía y no sabía por qué. Era rápido, parecía que no pararía por nada en el mundo. Lo perseguía y perseguía también el sentimiento que florecía en su pecho.

    El chico dobló la esquina, quedando fuera del campo de visión de Jungkook. Jungkook puso su cuerpo al límite, acelerando aún más sus zancadas para no perderlo. Dobló la esquina con unos segundos de atraso. Vio como el chico se metía por un callejón. Chocando con algunas personas que caminaban por la vereda, avanzó con rapidez. Se metió al callejón. Se detuvo. El chico no estaba por ningún lado. Había varios pasillos que llevaban a lugares distintos, Jimin podría estar en cualquier parte. Solo para asegurarse, se fijó en cada uno. Fue en vano. 

    Volvió desganado al edificio, desganado y cansado, se sentía derrotado. Entró al apartamento. Taehyung estaba en la cocina hirviendo agua para hacer arroz. Al verlo traspirado y con cara de haber perdido su celular, frunció el ceño.

    —¿Qué te tomó tanto tiempo? —preguntó curioso.

    Jungkook ladeó la cabeza, pensando si estaría bien contarle lo que había pasado. Suspiró y se sentó en la isla. Apoyó su codo en la mesada para descansar su frente en su palma.

    —Acaba de pasarme la cosa más rara que pudiera haberme pasado —terminó por decir.

    —Uh —habló sorprendido—, ¿qué cosa tan rara puede pasarte tirando la basura?

    —Jimin —dijo sin más.

    —¿Jimin? —su voz expresaba incredibilidad.

    —No sé, yo tiré la basura, iba a entrar otra vez, cuando lo vi. Y quise acercarme, obviamente, pero empezó a correr. Muy rápido. Entonces lo empecé a seguir, pero lo perdí.

    Taehyung lo miraba con los ojos entrecerrados, desconfiado.

    —¿Seguro de que era él?

    —¿Cómo no va a ser él?

    —¿Cómo podría ser él? —retrucó, volteando a revolver el arroz.

    Jungkook soltó una risa molesta.

    —¿No me crees?

    —Solo digo que es muy poco probable que sea él —se defendió encogiéndose de hombros—. O sea... no tiene forma de saber que estamos acá —se detuvo, volteó a ver a Jungkook—. A no ser que le hayas dicho algo.

    —Obvio que no le dije nada —juró—, pero él no necesita eso, él siempre encuentra la manera.

    —Yo te recomiendo que te quedes tranquilo —resolvió—. En todo caso, si fuera Jimin, no puede hacer nada: no lo van a dejar entrar al edificio sin una invitación.

    Jungkook asintió, poco convencido.


    Las horas pasaron. Taehyung se había ido al trabajo, Jungkook sentía que su día se había arruinado y que no había nada que lo pudiera levantar. Estaba acostado en la cama y su cabeza solo iba a aquella figura masculina que había visto por la mañana. Veía sus ojos, su flequillo, su nariz, sus labios... sus piernas y su espalda al correr. Recordó al chico del supermercado, preguntándose si sería posible que se haya confundido otra vez, pero aquello había sido diferente. Esta vez, no había dudas, era Jimin. Se refregó la cara con frustración. Suspiró. Una idea cruzó su mente. Entró a WhatsApp, abrió el chat de Jimin y desbloqueó el contacto. Su pulso tembló. "¿Cómo estás?" Escribió el mensaje. Se quedó mirando la pantalla. Borró todo. Apagó el celular y lo soltó haciendo que rebotara en el colchón. 

    En un intento por despejar su mente, se metió al baño. Se sacó la ropa y abrió el agua caliente de la ducha. Reguló la temperatura con su mano hasta que le pareció perfecta. Se metió abajo del agua, sintiendo como el relajante calor recorría todo su cuerpo. Cerró los ojos y soltó una respiración profunda. Sentía a sus músculos aflojarse y a sus ánimos elevándose. Puso champú en sus manos y se lavó los cabellos, sintiendo el perfume en su nariz. Enjabonó su cuerpo con lentitud, como si todo fuera un ritual para lavar su estrés.

    Se escuchó a la puerta abrirse.

    —¡Volví! —escuchó la voz de Taehyung, justo antes de que la puerta se volviera a cerrar, seguido del sonido de un envase de vidrio siendo apoyado en la mesa— Te traje vino —habló cerca de la puerta del baño—, no tuviste un buen día, tal vez eso lo mejore.

    Jungkook soltó una risa enternecida.

    —¡Gracias! —exclamó.

    Taehyung se metió a la habitación. 

    Jungkook, ya sintiéndose un poco mejor, empezó a enjuagar su cuerpo.
Cerró la canilla. El baño estaba lleno de vapor. Con una toalla grande se secó el cuerpo, la envolvió alrededor de su cintura. Con una toalla pequeña secó sus cabellos y las orejas, la dejó colgada alrededor de sus hombros. Dejó la ropa sucia en el canasto y salió del baño. 
Caminó hasta su habitación. La puerta estaba cerrada. Giró el pomo para abrirla.

    Se encontró con Taehyung sentado en la cama, de espaldas a él, con los hombros bajos. El chico volteó, tenía los ojos llorosos. A su lado, estaba el porta discos abierto. Jungkook reprimió un grito, presintiendo que todo saldría mal. En sus manos, estaba la carta.

    —¿Qué... qué es esto?


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segunda actualización consecutiva, si actualizo mañana rompo mi record.

me da un poco de tristeza ver que la mitad de la gente se fue después del capítulo 29, pero al mismo tiempo me alegra que las personas que aprecio se hayan quedado para ver qué pasa con la historia <3

como siempre, déjenme sus comentarios. Así interactuamos🌟

¡Nos leemos! 

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora