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    La expresión en el rostro de Jungkook delataba confusión.
"¿Quién eres?" Fue su común reacción humana. 
Por respuesta, obtuvo una ubicación geográfica. "Ven antes de que anochezca". Jungkook abrió el mapa virtual, expandió la zona que marcaba el alfiler rojo: era un café en frente a un terreno baldío, no muy lejano a donde él estaba, bastante lejos de su casa.
"No has respondido mi pregunta", insistió su receptor.
Debajo del número de contacto aparecía la palabra "escribiendo". La palabra desapareció. Se quedó unos segundos mirando a la pantalla, nada ocurría. El ómnibus que estaba esperando dobló la esquina a unas cuantas cuadras de distancia.
Entonces le llegaron unas cuantas fotografías, las descargó para poder verlas. Sus ojos se abrieron de sobremanera.

    —¿Eh? —exclamó al reconocerse a él mismo en las fotografías, distraído, en diferentes lugares. Podía recordar vagamente esos días, en cada ocasión había estado bajo los efectos de algún psicoactivo. "Dime cómo conseguiste esas fotos", exigió. 

    "Asegúrate de que no te sigan", respondió el desconocido.
Jungkook vio el ómnibus acercarse. Tecleó un rápido "¿cómo?". Los mensajes no le llegaban a la persona misteriosa, había sido bloqueado. Chasqueó la lengua, nervioso. El ómnibus se detuvo frente a él. Lo pensó dos veces. No se subió. El ómnibus retomó su marcha y Jungkook comenzó a caminar hacia la dirección que le habían mandado. 

    Se puso la capucha y caminó con la vista fija al suelo. Cada tanto, miraba para atrás con desconfianza. Antes ya había sospechado que alguien lo seguía, ahora —con aquellas fotos como prueba— todo había sido confirmado. No podía sentirse seguro, ya no como antes. Como estrategia, en vez de caminar por la vereda, se escabulló por los pasillos entre las casas. Así también llegaría más rápido, no le quedaba mucho tiempo de luz solar. 

    En el terreno baldío en cuestión había chatarra por todos lados, juguetes de plástico y la parrilla de una cama. Allí, sentado, había un chico de espaldas a él. Jungkook tragó saliva, se acercó con lentitud. Por accidente, pisó un plástico de algo roto. El sonido hizo que el chico se diera vuelta. Al verlo a la cara, Jungkook quedó atónito. 

    —¿Yoongi?

    Él se puso de pie. Se acercó a Jungkook con las manos en los bolsillos. Se paró frente a él, mirándolo con la cara seria. Miró también por encima del hombro del más alto, descartando la posibilidad de que hubiera alguien más allí.

    —¿Qué significa todo esto?

    Yoongi Min suspiró mirándolo a los ojos. Hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera. Empezaron a caminar hacia el local. En las vidrieras, no había nombre, solo decía que estaba abierto. Las cortinas de tela, amarillentas, estaban cerradas. La puerta de madera no tenía pestillo, en la cerradura se notaban las capas de barniz que aquella madera había recibido. Yoongi apoyó su palma en la puerta y la empujó. Sonaron las bisagras por falta de aceite, seguidas de una campana pequeña. Jungkook miró por encima del hombro de Yoongi. Frente a ellos había una barra blanca llena de posters y hojas de diarios fijadas con algún tipo de pegamento brilloso. Detrás había un hombre con las manos tatuadas, limpiando una taza con un trapo. Él los miró enarcando una ceja. Jungkook sintió que tenía que guardar silencio. El hombre volvió a bajar la mirada  y Yoongi se adentró en la cafetería, Jungkook lo siguió. Adentro, no había nadie. La única compañía que tenían eran un par de moscas que revoloteaban alrededor de un refuerzo a medio comer en un plato, en una mesa lejana. El más bajo caminó hacia una zona poco luminosa; una mesa que tenía sillones rojos, algo rasgados, como asientos. Yoongi se sentó apoyando sus manos entrelazadas sobre la mesa, Jungkook se sentó frente a él.

    —¿Por qué estamos aquí? —volvió a hablar Jungkook, sin poder contenerse más— ¿No pudiste haberme dicho quien eras, siquiera?

    —Nunca viene mal un poco de suspenso... —sonrió Yoongi, recostando su espalda en el sillón. De pronto todo parecía más relajado— Aparte, de esta forma Jimin no se va a enterar de que hablaste conmigo —explicó el más bajo.

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora