13 Caronte: La marca de La Orden

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La Soberana recibe la pequeña mano entre el pulgar de gigante y el índice

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La Soberana recibe la pequeña mano entre el pulgar de gigante y el índice. Alza el brazo de la chica para mostrar a todos la marca de La Orden. El interior del pentáculo es un macho cabrío.

Misterio resuelto: la chica es exorcista. Tártaro estará satisfecho.

Un bullicio de asombro hace que la muchacha brinque en su asiento. Pero ¿qué demonios? La marca se ha transformado en el cráneo de los nigromantes y posteriormente en el ojo de los alquimistas. La Soberana menea la cabeza y pide volver a la calma.

–Caos –dice. Su voz retumba en un eco cambiante que proviene de todas direcciones. La voz amable y femenina desciende tanto que la chica se encoge y voltea a mirarla, como si tuviera que cerciorarse de su género o de que es una persona. Tienes razón, muchacha. No lo es.

–Vaya recordatorio del Rompimiento –agrega la Soberana en un tono masculino.

El cuchicheo se intensifica como lluvia en un techo de lámina.

–Lo sé, lo sé –continúa la Soberana y su voz vuelve a engrosarse–. Una ella es algo inesperado.

La audiencia se mueve inquieta.

–Tranquila, Sila –dice la giganta al notar el ritmo agitado que ha tomado la respiración de la chica. Yo mismo trato de controlar mi propia respiración al darme cuenta de lo que vendrá. La Soberana le acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja junto con algunas telarañas fangosas que surgen de sus dedos para introducirlas en el oído de la chica. Ella encoge el hombro con la sensación y su expresión comprimida se relaja.

–Esta manifestación femenina es por supuesto la penitencia del Infractor.

Cierro los ojos ante el bullicio. Mi pecho se alza y se sume con estrépito. Mi peor pesadilla cobra vida. De nada sirve negarlo.

En verdad eres tú.

–Bueno –ríe la Soberana–. No debemos sentirnos amenazados por el sexo débil. Será una oportunidad, ¿verdad, hermosa?

La muchacha ríe por el efecto del encantamiento de La Soberana y hasta hace una trompetilla. Baja la cabeza y sus cabellos lacios vibran con la risa. Entre jadeos por recuperar el aire se le oye decir una frase en una mezcla de varios idiomas–: Toi anata no t'appartiens pas, רוע.*

Presiono el borde de ambos brazos de la butaca con las yemas de los dedos. Esas fueron tus últimas palabras. El aire se ha vuelto tan denso que tengo que aflojar más el cuello de mi casaca. Volviste, ¡por todos los Infiernos, volviste! 

La Soberana me dirige una mirada de soslayo–. Ya veremos –dice y oprime el tatuaje cambiante de la estrella de cinco picos con el pulgar grueso. Truena los dedos enormes frente a tu cara y, de golpe, la risa para.

Sila se sobresalta al encontrarse ante la audiencia. Su conciencia parece haber vuelto de una larga sesión de hipnosis. Examina sus alrededores y a todos los que estamos atentos a su reacción, hasta que fija los ojos en mí. Frunce el ceño y como si recordara por qué se encuentra al frente de todos, voltea a verse las manos. Entreabre la boca conforme se arremanga la casaca. Está buscando el lugar del tatuaje. En sus labios se lee una obscenidad. De verdad no le gusta lo que ha encontrado ahí. La Soberana le alza la muñeca para que todos veamos su brazo. Esto se siente incorrecto, como una calamidad. El trazado reaparece en rojo. Una estrella de cinco picos con el cráneo adentro queda fija en su piel. El dibujo se ondula con rebeldía, pero ya ha dejado de cambiar.

La Soberana le ancla una esclava dorada en la muñeca: el nuevo brazalete de Prodigio. Una máscara negra se manifiesta en la mano gigante para la muchacha.

Mierda.

–¡Un Prodigio Nigromante! –exclama para asombro de todos. Es el primer Prodigio Nigromante desde que eliminé a mi último rival–. ¡Bienvenida de regreso a la Orden de Taumaturgia! ¡Las naciones te conocerán como Gehena! –declara trazando una línea de sangre en su frente.


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*No te pertenezco, demonio.

*No te pertenezco, demonio

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GEHENAWhere stories live. Discover now