15 Sila: Te hubiera ido mejor con nosotros

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Los cuatro ríen y resoplan pervirtiendo el ambiente

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Los cuatro ríen y resoplan pervirtiendo el ambiente. Toda mi sangre se agita. El corazón me golpea tan duro que estoy temblando. ¡Ni en sus sueños me tocarán!

–Es probable –dice Yahannam que en un movimiento rápido arrebata mi máscara y me jala del cuello–, nada más mira esa boca. Hay que darle una iniciación más apropiada.

Me rasguña el cuello al reventar los primeros botones de mi casaca. Sus dedos como aguijones descienden hasta mi busto que aprieta. Alguien me jala del cabello por detrás y termino mirando al cielo. Trato de evitar el manoseo arañando la mano que me palpa y recibo un puñetazo en las costillas. Mi costado truena en un dolor que me saca el aire. Caería de no ser por la mano que me sostiene de los cabellos.

–¿El Infractor no era el mejor peleador?

–¡Era!

Mis atacantes ríen.

–Esta forma es su penitencia. ¡Míralo! ¡No puede hacernos nada!

–¡No puede o no sabe!

Las carcajadas aumentan y luego se apagan poco a poco. Resoplo intentando jalar aire. Escribiré una queja a mi coach de defensa personal. Ya decía yo que esas cosas debían aprenderse de manera presencial, no por Youtube. La vista se me nubla cuando trato de enfocar algún hueco para escapar entre el círculo que me rodea. ¿En verdad va a pasarme esto? El ambiente de burla se convierte en algo más agresivo y la mano que me sostiene retuerce el puño con incrementada brusquedad para forzarme a enderezarme. Mi sangre burbujea de miedo y de rabia. Cuando Yahanam se me acerca de nuevo encojo los hombros y me cubro el rostro en un reflejo de temor.

–Esto puede ocurrir de dos formas –dice alzando dos dedos en una «V» de la victoria– y gozaremos cualquiera de las dos. –Hace una seña al que me sostiene para que me suelte y cuando la presión desaparece, mi corazón se agita tanto que creo que moriré. Desearía tener la fuerza bruta para arrancarle la cabeza a todos. La máscara manchada de rojo está tan cerca de mi cara que logro verle los ojos rasgados.

–Piensa en qué es lo que mejor te conviene –dice.

El que me sostenía se ha parado junto a él, lo que significa que no hay nadie detrás de mí. Yahannam me alza el mentón con el índice y asiento lentamente. Sus ojos se alzan como si sonriera y siento sus dedos descender hacia el siguiente botón de mi casaca que desabrocha, luego el siguiente y el siguiente. Cuando su mirada se pierde en mi escote, le escupo. Atino justo a los agujeros de la máscara nublando su visión y aprovecho para correr como si me persiguiera el infierno. ¡Yo no seré entretenimiento de nadie!

–¡A dónde se fue! –les oigo gritar a lo lejos. De alguna forma recorrí más de doscientos metros y me encuentro cerca de un enrejado que rodea un cementerio.

–¡Allá! –señala uno.

–¡La puta Prodigio se mentaliza!

Corro esperando llegar al enrejado. Siempre he tenido buen cardio, pero con la desesperación por dejar atrás a mis atacantes y el dolor en mi pecho comienzo a respirar con trabajo. Creo que me rompieron una costilla. A pesar de que llevo ventaja, les oigo más cerca cada vez. El paisaje verde se sacude a saltos desenfrenados. No me atrevo a voltear. Estoy tan cerca ya. Solo necesito treparme a los barrotes, atravesar el campo de fallecidos y estaré... Un viento silba revolviendo las patas verdosas del árbol con forma de arácnido.

–¡Qué puta madres es eso! –Casi caigo por detenerme. ¿Es el llanto del aire o una persona de verdad? Las ramas de la tarántula parecen haber echado a andar. ¡No te detengas, Sila! Es pleno día y solo es el viento. ¡La verdadera amenaza viene detrás de ti! Retomo el paso y aúllo otro «puta madre» cuando un pájaro negro cae del cielo agitando las alas casi en mi rostro.

Es el cuervo de Caronte. No, no, no. Solo falta que esa Bestia se me aparezca. Él sí me alcanzaría.

Me sacudo la intrusión y retuerzo la espalda con un escalofrío. ¡Alguien me susurró mi nombre al oído! Sacudo los brazos para espantar al insistente cuervo que arremete contra mí y encojo el cuello cerrando los ojos. ¡Por favor, por favor que no me alcancen! Mis ojos se llenan de lágrimas y ya no veo a dónde voy. Huele a resina o a árbol quemado. Torpemente volteo hacia atrás para ver qué tanta ventaja he perdido cuando choco con la reja y tropiezo. Me entierro los dientes en el labio con el golpe. ¡En qué momento llegué hasta acá! Giro con angustia. Mis perseguidores se han detenido. Han echado a andar de espaldas. Todo mi cuerpo se entume antes de dejar escapar un soplido de alivio. ¡Uf! Aprieto los ojos y trago sangre. Se retiran.

–¡Te hubiera ido mejor con nosotros! –me gritan arrojando mi máscara al suelo antes de darse la vuelta de regreso. Me encaramo en la verja y, de repente, una serpiente salta desde los barrotes a mi cuello. ¡Oh, por Dios! ¡Es un brazo! Su dueño parece prisionero de un campo de concentración, con los pómulos y ojos hundidos en el cráneo de piel estirada. Rasguño la forma huesuda, pero es tan fuerte como las barras de hierro de entre las que ha salido. Me jala hacia él abriendo los labios de molusco ¡como si buscara besarme! ¡No puedo gritar por la falta de aire! ¡Está apretando mi tráquea!

«Disfrutaré de tu cuerpo, nigromante.»

¡No, no, no! ¡Voy a vomitar! Su boca se pega a la mía y una pasta de azufre se desliza al interior de mi garganta. 

Hasta aquí con las actualizaciones de la semana

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Hasta aquí con las actualizaciones de la semana. Me escaparé hasta el viernes para corregir más y subir el fin de semana. Déjenme sus estrellas y comentarios. ¿Imaginan cómo sería reencarnar en el género opuesto? Creo que estaría bien siempre y cuando no recuerde mucho de mi vida pasada, así como Sila, aunque creo que a ella le conviene más recordar para sobrevivir. Quizá si recordara algo daría más pelea a Iniciados y a muertos.

GEHENAWhere stories live. Discover now