16 Caronte: Sila no está aquí

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Ha transcurrido la media hora de calentamiento en el gimnasio

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Ha transcurrido la media hora de calentamiento en el gimnasio. Casi todos los Iniciados están aquí tomando turnos para treparse a las cuerdas colgadas del techo. Volteo hacia la entrada y más siguen llegando, menos una anomalía. Debo dejar de comparar a la chica contigo. Esta encarnación tuya no es para nada lo que fuiste. La puntualidad era una de tus mejores cualidades, aunque tú dirías que llegabas en el momento en que había que llegar. Aprieto los labios y los puños antes de comenzar a trepar. ¿Cómo es que no me reconoces? Todos los Iniciados recuerdan, cuando menos, una de sus encarnaciones anteriores. Algunos recuerdan más. Tú, tú eras como yo. Recordabas todo.

Gruño al soltar la cuerda para dejarme caer desde lo más alto. En seguida me llama Thaumiel. Quiere que lo alcance en el tatami. Me limpio el sudor mientras camino hacia él, dirigiendo un último vistazo a la entrada. O la muy tonta se perdió o se quedó dormida. Habría que darle un par de azotes para que espabile como en los viejos tiempos.

–¿Esperas a alguien? –me pregunta Thaumiel.

Niego con la cabeza e inclino el cuerpo en un saludo antes de iniciar. En mi mente, llamo a Clara para que busque a Sila en su dormitorio. Luchar con Thaumiel me ayudará a centrarme. No puedo ni debo estar al pendiente de la chica todo el tiempo. Las cosas terminaron de una forma terrible la última vez y no quisiera a La Soberana usándome de nuevo. Cuando Thaumiel lanza el primer golpe lo jalo del brazo y bajo sobre una rodilla para lanzarlo por encima de mí.

Clara picotea la ventana de Sila. Entre una abertura de las cortinas se ve la cama revuelta. Dejo a Clara que inspeccione los alrededores mientras que Thaumiel y yo continuamos. Su técnica es buena y funcionará con alguien que nunca haya peleado contra él, pero no entiende que para mí todo lo que haga es predecible. De inmediato consigo la espalda de Thaumiel y enredo mi brazo en su cuello. Thaumiel intenta evitar que lo estrangule bajando el mentón demasiado tarde. En la visión de Clara observo un punto negro dirigiéndose al cementerio. ¿A dónde cree que va esta niña? Le ordeno a Clara que baje para redirigirla hacia acá. Clara crascita y desciende frente a Sila sacudiendo las alas para empujarla al lado opuesto.

–¡Puta madre! –expresa ella. De todas las cosas valiosas que tu alma pudo guardarse, tenías que mantener ese lenguaje vulgar. Pero qué niña más estúpida. ¿Dónde dejó la máscara? Sila agita las manos en el aire para espantar a Clara.

Busco acomodar mis brazos más adentro del cuello de Thaumiel, quien cree que me río de él.

–Tapea, estúpido.

Ser un Iniciado le da resistencia, pero acabará desmayado eventualmente. Sila continúa agitando las manos frente a Clara cuando un intenso olor a humo de copal logra que Clara alce el vuelo para huir.

Mierda, ese olor no son buenas noticias. Escucho una voz gritar: «¡Te hubiera ido mejor con nosotros!»

¿Yahannam? La huída de Clara hacia el lado opuesto impide que visualice quién más está en los jardines. Thaumiel aprovecha mi titubeo para proyectarme sobre su espalda hacia el frente y el golpe seco de mi caída retumba en el gimnasio. Mi conexión con Clara se pierde por completo. Estoy siendo un obsesivo de nuevo. Debo de ignorarla, concentrarme. No debería intervenir en lo que suceda con la chica ni debería permitir que sus estúpidas acciones afecten mi concentración. Como me levanto demasiado lento, Thaumiel arremete contra mí y aprovecha para proyectarme de nuevo. Antes de tocar el suelo, me mentalizo al campo abierto donde vi a Sila. Soy un maniático masoquista. Idiota. ¿Qué rayos hacía Sila con Yahannam? Llamo mi máscara y mi casaca que me envuelve como humo negro antes de concretarse. Debería ser más preciso en encontrarte. Teníamos una conexión tú y yo.

Me detengo para girar. Estaba justo aquí, cerca del arbusto saltamontes. ¿A dónde se metió? Clara llega volando y alzo el brazo para que se pose en él. Yahanam también se ha ido.

El borde del cementerio se alarga como una serpiente gris de rejas. Al otro lado se ve al árbol araña. El viento le ha revuelto las patas de follaje y parece reptar. Sería suicidio que Sila anduviera tan cerca del cementerio sin su máscara. Entonces la veo, despegando el cuerpo del enrejado como si hubiera estado adherida a este. Se tambalea antes de recobrar el equilibrio y plantar cada pie al suelo. Se mira los brazos, se palpa la cara, el pecho y echa la cabeza hacia atrás. La risa que vibra, sin embargo, es la de un bufón. Su cara se estira, la mandíbula se zafa y le cuelga como probando su elasticidad. El semblante se le distorsiona como si otro rostro buscara amoldarse al suyo. Se agacha para mirarse los pies sin parar de reír. Su casaca abierta ha perdido algunos botones y su cabello cae enredado.

–¡Sila! –la llamo.

La figura se congela. Despacio, muy despacio, los cabellos le descubren la frente. Alza el rostro y la nariz para olisquear, y retoma la risotada–. Sila no está aquí –dice a dos voces.

De pronto, la risa para en seco y los rasgos de Sila se normalizan. Me ubica como una niña perdida ubicaría a sus padres y esboza una mueca de terror. Se ha abierto el labio inferior que escurre sangre.

–¡No! –grita. Se frota la boca con violencia manchando su cara con sangre y se araña desde la barbilla hasta la base del cuello–. ¡Sal de mi cuerpo, hijo de puta! –Me da la espalda y se mentaliza al otro lado del enrejado. Cuando gira para ver si la sigo su semblante vuelve a distorsionarse. Su nariz se agita como si se derritiera y sus ojos se funden dentro de su piel. Pronto la cara de Sila no tiene rasgos mas que la arracada plateada perforando la carne lisa. Los tejidos se separan en hebras de carne estirada donde debería ir la boca y vocifera–: Meretseger, Merseger, Ta Tenhet. –Echa a correr y desaparece.

Mierda. Necesitaré un exorcista.

 Necesitaré un exorcista

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GEHENAWhere stories live. Discover now