44 Caronte: Palabras oscuras

7 3 4
                                    

Encuentro a Sheol acostado en mi cama con las piernas flexionadas, una cruzada encima de la otra

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Encuentro a Sheol acostado en mi cama con las piernas flexionadas, una cruzada encima de la otra.

–Ya no has venido a mí, amor.

Por lo cómodo que se ve, me estuvo esperando.

–Ahora no, Sheol.

Mi tolerancia para lidiar con él en este momento es mínima. Abro la puerta para indicarle la salida y esto provoca que su cara se contorsione en una mueca y exhale con fuerza. Necesito una larga ducha fría. Sheol por supuesto no entiende directas y tarda en levantarse.

–Ustedes dos –me dice haciendo una pausa en el umbral donde tamborilea con las uñas largas el marco– van a volver a matarse.

Me acaricia el mentón y sale.

–Cuidaré a tu obsesión, pero no haré mucho esfuerzo. Yahannam está furioso contigo y no me conviene tenerlo en mi contra. –Hace una pausa apoyando una mano en el barandal de la escalera–. Sabes que te seguiré a donde vayas, Caronte, pero ella solo te traerá problemas. Por mí que Yahannam la mate si puede. Te haría un favor. Ya todos se han dado cuenta de que no funcionas bien cuando están juntos.

Y sé que Sheol no movería un solo dedo a favor de Sila. Nadie lo haría. Cometí el error de dejar vivo a Yahannam y por eso me apresuro en asearme. Vigilar a Sila desde la distancia comienza a cobrarme factura. Debo descansar un poco o los sigilos en mis brazos no cerrarán y eso complicará la búsqueda de la supuesta reliquia. Me amarro el cabello mojado y tomo una bolsa de dormir de mi armario. Clara me muestra que Sila duerme de nuevo y aprovecho para mentalizarme a su habitación.

La loba al pie de la cama gruñe, pero se calla al ver que soy yo quien aparece.

Los familiares son animales feroces ante un humano, pero aprenden pronto que aquí ellos no son las fieras.

Trazo varios sigilos en el marco de la ventana donde está Clara. Le acaricio las plumas y empuja mi palma con la cabeza para agradecer que he llegado. A veces no puedo creer que nuestra relación se vea limitada a estas interacciones tan básicas.

Dibujo más signos de protección alrededor de la cama. Cuando termino, extiendo la bolsa de dormir junto a la cómoda bajo la ventana y me acuesto. Espero que con dos horas de descanso sea suficiente para que recobre mi energía.

El sueño me atrapa rápido. Salpico agua al subir los peldaños circulares que me llevan al atrio del palacio. Desde aquí escucho la potente voz de Zarek Remiel que intenta persuadir a mi madre de aceptar los términos de Anubis para subir al navío. Cada estancia del palacio ha ganado el eco del vacío. Con tan pocas personas atendiendo el lugar, esto ya luce abandonado.

–Tendrás la respuesta a tu inquietud en el mar –le asegura él–. Todos volveremos al Alma del Todo en algún momento, eso es inevitable.

Sus palabras retumban en el techo alto del salón junto con los sonidos marítimos del agua que se ha colado en el salón del trono. Me detengo detrás de una de las columnas. Varios sirvientes acarrean agua al exterior mientras los ingenieros dirigen la instalación de una tubería para agilizar su bombeo.

GEHENAWhere stories live. Discover now