31 Sila: Ahora soy tu familiar

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Un tirón violento me despierta y vomito cantidades de alimento que no recuerdo haber comido

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Un tirón violento me despierta y vomito cantidades de alimento que no recuerdo haber comido. Mi garganta se contrae con el asco y los sabores amargos llegan a mi lengua en una bola pastosa. Es tan nauseabunda que tengo que expulsarla. Mi tronco se arquea para devolver cuantiosos líquidos y viscosidades. Mis brazos están pegados a mi cuerpo y caigo de bruces. ¿Por qué demonios me enredaron con cadenas? Por fortuna estoy en una cama.

Qué feo malestar. Siento como si hubiera estado jugando a morder un cable pelado de luz. Tengo todo entumido.

–Ya volvió –murmuran.

Me duelen las articulaciones como si saliera de una gran fiebre. Estoy tan agotada que no tengo las fuerzas para levantarme. Sentada junto a la cama aparece un gran lobo gris que recarga el hocico sobre el colchón. ¿Qué está pasando? Estoy tan mal que no puedo ni moverme para alejarme del animal. Entonces el canino me habla.

«Hicimos un pacto y ahora ya no tendrás que invocarme. Estaré contigo hasta que mueras, Sila. Seré tu familiar.»

–¿Amanda?

La loba alza el hocico y aúlla un sonido largo y melancólico. Desde las sábanas alzo la vista y veo al cuervo negro posado en la cabecera. Me hallo en una habitación desconocida. Todo está borroso y estoy a punto de cerrar los ojos por el cansancio, pero algo me succiona de mi cuerpo. Siento cuando soy desencarnada de él para alzarme de golpe y en un carrusel borroso me encuentro en otro lado, flotando encima de Caronte. Caronte va a la cabeza de una hilera de seis niños pequeños que sostienen su mano en un tren. No está usando su máscara. Debo estar soñando, puesto que le noto la mirada inundada por lágrimas con los ojos casi transparentes. La negrura ha sido borrada por esos iris claros con los que aluciné la primera vez que lo vi. Porta la expresión más triste que he visto en una persona. Se detiene ante una puerta con un arco superior. Él se hinca ante ellos y una negrura opaca mi visión. La puerta del arco se entreabre con un rechinido y unos dedos gigantes la empujan de golpe. Los niños saltan y se esconden detrás de Caronte para que los proteja. El ser es como un ciclope. La cara plana solo tiene un ojo y dos líneas debajo que se separan para mostrar varias hileras de dientes y tres lenguas en cada una. Los niños gritan y Caronte, la barrera que los protegía del monstruo, desaparece.

Me despierto gritando con el corazón acelerado. Salto de la cama y aparezco en un pasillo que lleva a unas escaleras. ¿Dónde demonios estoy? La cabeza me bombea demasiada presión como si fuera a estallarme en cualquier momento. Inhalo varios tragos de aire pesado al mirar la puerta con el arco superior manchado de rojo. El ambiente huele a hielo seco y a sangre. Por un momento me encojo y pierdo el aliento. Ya no estoy ante la puerta. Enfoco el barandal negro de la escalera, el domo donde pasa una sombra y las nubes se arremolinan...

¿Soñaba? ¿Sigo haciéndolo?

Sacudo la cabeza y me froto la cara. Cierto, no estoy en mi casa. Ya no. Estoy en el pasillo que da a mi habitación en esta endemoniada dimensión de mierda y esa otra puerta da al baño de mi piso. El domo sobre las escaleras permite que el día se asome. Parece media tarde de... ¿Qué día es hoy? Me duelen los músculos como si hubiera estado levantando pesas y apesto peor que una vagabunda. Me meto a bañar de inmediato. Permanezco quieta en la regadera, frunciendo el ceño de vez en cuando. Qué fea pesadilla. No puedo quitarme de la cabeza la cara plana de la cosa monstruosa. Las bocas... ¡Aj! Me estremezco con el recuerdo y la sensación de vulnerabilidad de esos gritos. Se sintió tan vívido. Permanezco bajo la lluvia caliente el tiempo suficiente para que mi baño se enfríe. Cuando vuelvo a la habitación me trepo a la cama de inmediato. Hay un lobo echado en el suelo. ¿Estaba ahí cuando desperté?

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