VIII

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Estaba sentado en la cama, fingiendo que veía algo sumamente interesante en su teléfono celular. En realidad estaba sumido en sus pensamientos, tratando de crear un plan para hacer que lo cambiaran de compañero, aunque conociendo a Aizawa iba a ser imposible convencerlo de ello.

No podría lavar su ropa antes de volver a su casa, por lo tanto al estar encerrado durante una semana con un alfa, la tela se quedaría impregnada levemente de su aroma. Mitsuki era una desquiciada, enferma y probablemente le arrebatará su maleta en cuanto pusiera un pie dentro de su casa para inspeccionar las feromonas impregnadas… Tal vez si le contaba eso a su profesor podía convencerlo de quitarle al alfa.

Pero sería humillante, nunca ha pedido ayuda, le daba vergüenza estar pensando en eso.

Tal vez podría aprovecharse de la supuesta agresividad natural de los alfas, aunque ya asumió que Izuku no sería de esos. Intentaría provocarlo con sus “atributos” de omega y en cuanto dé alguna señal, lo acusaría con el profesor… Ugh, era incluso más humillante que el primer plan.

Pero no tuvo tiempo para pensar en algo más. Se sobresaltó cuando escuchó la puerta ser abierta y las voces del pasillo entraron a la habitación. Levantó su mirada y se encontró con las esmeraldas del pecoso. Sus ojos estaban bañados en nerviosismo y miedo, podía verlo. Eso sólo hizo que se sintiera más incómodo, si el chico no se controlaba en cuanto a sus emociones, su olor también sería un poco más fuerte.

-Les advierto, si hay algún problema con ustedes dos, serán devueltos a sus casas y les restaré puntos a sus calificaciones globales -amenazó el azabache a la vez que empujaba al peliverde dentro del lugar -En una hora pasaré por ustedes para ir a comer.

La puerta fue cerrada y el silencio predominó en la habitación. Izuku se mantenía de pie frente a la puerta, agarrando su mochila frente a él con fuerza innecesaria y su mirada fija en el suelo. Parecía no tener intenciones de moverse.

Katsuki tomó aire y se acomodó en la cama para volver a fingir que usaba su celular. En realidad observaba al alfa de reojo, quién empezó a balancearse en su propio lugar, tal vez estaba tratando de liberar la tensión de su cuerpo.

Tambaleante empezó a avanzar hacia el sofá que estaba en una esquina del cuarto. Su cuerpo entero temblaba y le costaba respirar, sus ojos empezaban a derramar lágrimas… no sabía describir bien ese sentimiento que estaba incrustado en su pecho. Jamás, nunca, sintió algo así, ¡Incluso en la secundaria le era más fácil enfrentar a los abusadores!

Cuando Katsuki dejó de molestarlo, prácticamente ignorarlo, se volvió más difícil verlo a la cara.

Cuando por fin llegó al sofá, se sentó lentamente, cauteloso, procurando no hacer movimientos rápidos o bruscos, evitando alterar al cenizo que estaba acostado con comodidad. También ignorando su existencia.

Parece como si no existiera para él y no sabía cómo sentirse al respecto. Era bueno porque ahora no tenía que aguantar sus golpes e insultos todos los días pero… le dolía ver cómo se habían terminado de alejar, al menos antes daba señales de que sabía de su presencia cerca de él.

El silencio duró por eternos minutos, hasta que el oji rubí se levantó de la cama y caminó hacia el baño. Sin querer se estremeció cuando notó los movimientos de este y cuando cerró la puerta. Aunque ahora estaba solo, no se podía permitir relajarse.

-Oh por favor, ahora apesta toda la habitación.

Katsuki había huido del lugar por unos minutos, no podía con la presión que empezaba a sentir en su pecho. Pero al salir del baño, las feromonas nerviosas del alfa estaban en todo el aire, se sintió ahogado y casi corrió a abrir el ventanal del pequeño balcón. Si bien odiaba el frío, lo detestaba con toda el alma… era mejor sentir su cara congelada a sus sentidos siendo afectados por el olor potente de canela y limón.

Sociedad de mierda [DkBk]Where stories live. Discover now