XLVII

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Trabajó lo mejor que pudo, tratando de concentrarse en sus tareas. Pero simplemente le era imposible al saber que, en su día de descanso, vería al omega cenizo.

Deseaba con fervor el poder saltarse los días, aunque también sentía miedo de eso. Quería verlo, pero también estaba asustado de lo que pudiera suceder.

El sábado, Shoto junto con Hanta, llegaron a su departamento con un par de bolsas de papel. Dentro de estas, había tres diferentes conjuntos para él.

—No era necesario, solo debieron darme una idea y yo iría a comprarlo… —se sentía realmente apenado por el gesto, sentía que era un aprovechado.

—¡Tonterías, Izuku! —gritó el omega azabache, rodeándolo por los hombros y sacudiéndolo —Somos tus amigos, y saber que por fin verás a tu amado oji rubí, me emociona.

Cierto, él era un “fan”, pues incluso antes de darse el primer beso, Sero ya tenía la mirada fija en ellos. Era como si desde ese momento hubiera esperado un anuncio oficial de los dos saliendo como pareja.

Suspiró, tratando de disimular su vergüenza por tener que aceptar el regalo de sus amigos. Se sentó en el sillón recién mandado a lavar (gracias a un compañero de trabajo que tiene un hermano que se dedica a ello) y observó el contenido de las bolsas.

Era ropa cara, sin duda.

—Es de mi tienda —informó, tomando asiento junto a él y con su característica sonrisa en el rostro —No es de alta costura ni de materiales demasiado caros, pero apuesto a que te durará un buen tiempo. Procuré traer ropa que puedas usar a diario.

—Gracias —agradeció en voz baja, sacando el primer conjunto de ropa.

Era algo bastante sencillo. Un pantalón gris de pana, suelto y cómodo. Una playera blanca, junto a una sudadera negra. La sudadera no tenía ningún bordado ni estampado, y la tela era gruesa y suave.

—Es bonito —murmuró. No pudo evitar sonreír por tener ropa nueva.

Tenía dinero para comprárselo solo, pero nunca se animaba a salir a lugares con muchas personas. Siempre que se imaginaba estar en esa situación, un escalofrío incómodo lo recorría y la ansiedad aumentaba. No le gustaba estar expuesto ante mucha gente, sobre todo a omegas.

El siguiente conjunto era un pantalón de mezclilla de corte recto y una playera negra con un pequeño estampado del lado izquierdo en el pecho. Era el nombre de la marca.

Y el último, un pantalón casual blanco, igualmente holgado. La tela era fresca y ligera. También iba junto a una camisa de color beige y mangas cortas.

—Si no quieres cerrarla, puedes ponerte la playera blanca abajo y dejar los botones sin abrochar —comentó, doblando las bolsas de papel y levantándose —Espero que te gusten y te queden.

—Sí, le va a quedar, yo vi la talla de su ropa —habló el alfa bicolor, saliendo de la cocina con un sándwich en mano.

La visita de esos dos fue rápida, pues no se quedaron a comer, ya que tenían otros asuntos que atender. Les volvió a agradecer por el apoyo y cerró la puerta cuando ambos desaparecieron por el pasillo.

Suspiró y miró el departamento, tenía que arreglar cosas que estaban fuera de lugar. No tenía idea de dónde se verían el cenizo y él. Por eso mismo, se puso manos a la obra para limpiar y dar un pequeño mantenimiento a las cosas.

El resto del día se la pasó en el departamento, sin ser realmente consciente del tiempo que había pasado. Cuando se cansó tanto que no podía quedarse parado ni un minuto más, entró a su habitación y se tiró sobre el colchón.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora