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Se encontraban recostados sobre la colchoneta. Katsuki había vuelto a quitarle el collar y, esta vez, se sintió un poco más cómodo.

Para él, esa situación era bastante extraña. Acostado con comodidad, sin su collar y con el cenizo entre sus brazos… sí, definitivamente era algo que ni estando encerrado en una habitación blanca con colchonetas en las paredes, se habría imaginado.

Se movió un poco, con ello, alborotando el cabello del más bajo y haciendo que su aroma flotara directo a sus fosas nasales. Su boca comenzó a salivar al percibir el dulce.

-Hueles bien -comentó después de tragar saliva.

-¿Sí? -levantó el rostro para mirarlo a los ojos.

-Mmm, sí -se estaba poniendo nervioso, su corazón se había acelerado.

Inhaló con algo de fuerza. El chocolate amargo había desaparecido en su totalidad, ahora estaba rozando lo empalagoso y no sabía cómo sentirse al respecto. Sus respiraciones chocaban, estaban demasiado cerca del otro.

Todo estuvo a punto de irse a la meirda, pues los ojos rojos habían bajado hacia sus labios. Esos segundos fueron eternos, hasta que el omega volvió a ocultarse en su pecho.

Cerró los ojos y trató de desviar sus pensamientos, aunque no funcionó de absolutamente nada. Recordó la vez que el cenizo estuvo en su casa, en celo, y el ligero rastro de feromonas que dejó en ese lugar lo volvió loco. Ahora que lo pensaba, ese aroma era muy parecido al que tenía en ese momento. ¿Estaba a punto de caer en celo? No creía. Eso fue hace relativamente poco y seguro Katsuki no estaría junto a él de ser el caso.

Aguantó la respiración, no debió recordarlo. Porque junto a ese evento, venían pensamientos impuros sobre lo que desearía hacerle al más pequeño.

-También hueles bien -la voz del omega sonó ahogada, no había salido de su escondite.

El cuerpo del peliverde se tensó por completo y con fuerza. Esas palabras no eran adecuadas para ese momento, estaba pensando en cosas bastante sucias como para que el susodicho lo halagara.

-¿Qué te pasa? -esta vez volvió a mirarlo, había sentido cómo el más alto se estremecía -¿Estás bien?

-E-Es que hueles muy dulce -trató de alejarse un poco, pero no pudo moverse ni un centímetro, su cuerpo no reaccionaba.

-¿Es malo?

-No… -respiró profundo y un gruñido se atoró en su garganta.

Eso estaba mal, estaba muy mal. Quería tocarlo, tenía comezón en sus manos. Carajo, quería escuchar cómo su voz ronca se quebraba gracias a él.

Y no pudo evitarlo, estaban demasiado cerca y no pudo controlarse. Sus labios chocaron por largos segundos. Al principio no se movieron, Katsuki se había sorprendido y había tardado en reaccionar. Cuando procesó lo que pasaba, le dio total acceso a su boca.

Jadeó entre el beso cuando escuchó un gruñido y cuando el peso del alfa se colocó sobre él. Aún le era difícil asimilar que el pecoso podía producir esos gruñidos con naturalidad, y que incluso podían sonar más fuertes. Intentó seguirle el ritmo, era su primer beso y estaba siendo algo torpe.

Se separaron por un momento, ambos tratando de comprender la línea que acababan de cruzar. Pero no les importó, volvieron a buscarse con desesperación, como si ese fuera su nuevo oxígeno.

Izuku se acomodó entre las piernas del cenizo, y este, jalaba de él para acercarlo más a su cuerpo. El peliverde sentía cómo su intimidad despertaba con rapidez, los jadeos que el más bajo estaba soltando eran demasiado provocadores. Se alejó y enterró su rostro en el cuello del omega.

Sociedad de mierda [DkBk]Where stories live. Discover now