XLII

514 94 102
                                    

Izuku aguantaba la risa al ver cómo el bicolor se mantenía quieto a pesar de ya no tener el collar. Le recordaba a la primera vez que Katsuki se lo quitó, era una sensación muy extraña, te hacía pensar que al moverte, pasaría algo malo.

—Te estás riendo de mí —murmuró enojado.

—Pff, no —sonrió mientras se tapaba la boca para que no lo viera.

Shoto se levantó con cuidado y caminó hacia un espejo que estaba colgado junto a la entrada. Se veía muy raro sin el metal negro colgando de su cuello. Hasta parecía que había crecido un par de centímetros.

Su corazón iba acelerado. Se giró sobre sus talones, con una sonrisa notable en su rostro. Observó cómo Izuku jugaba con la llave metálica, pero parece que no tiene intención de quitarse el suyo. Decidió volver a su lugar. Y era verdad, la sensación del viento chocando directamente con su piel, era rara e incluso algo incómoda, como había dicho el peliverde. Pero le gustaba la sensación de no tener algo pesado.

Pasaron las horas. Vieron la televisión, conversaron y pasaron el tiempo. Al final, Izuku recordó que quería preguntarle o decirle algo a Katsuki por medio de mensaje, pero no sabía el qué era.

—¿Qué le iba a decir? —levantó su mirada del celular, observando al bicolor frente a él.

—No sé —se encogió de hombros y se estiró para mirar los mensajes.

—No, fuchi —lo empujó con su mano para que se hiciera hacia atrás —Son cosas privadas, Shoto —lo regañó y volvió su atención al teléfono —Carajo, no recuerdo.

La puerta principal se abrió. Inko había llegado.

Ambos adolescentes saltaron asustados, buscando con desesperación el collar del más alto. Al fin lo encontraron, y con rapidez, lo colocaron alrededor del cuello de su dueño. Pero sin lograr cerrarlo con seguro.

Izuku ocultó la llave detrás de su espalda.

—Ya llegué, Izuku —anunció después de acomodar sus zapatos en la repisa. Estaba algo confundida, había un par de zapatillas blancas con tonos celestes. No recuerda haber comprado algo así —Oh.

Había alguien que no conocía, junto a su hijo. Otro alfa. Tragó saliva, nerviosa, Izuku nunca había llevado a nadie a casa, era casi imposible que sucediera, pero ahí estaba. Se quedó quieta sin saber qué decir.

—Buenas tardes, señora —saludó por educación, aun sosteniendo el collar para mantenerlo en su lugar —Mi nombre es Shoto Todoroki, soy amigo de su hijo.

—Buenas —carraspeó incómoda. ¿Qué debía de hacer?

El pecoso, sin que ninguno de los dos se diera cuenta, llevó la llave por detrás de la espalda del heterocromático para así cerrar el collar. El pitido sonó, desconcertando a la mujer.

—¿Qué fue eso? —preguntó.

—¿El qué? —habló, volviendo a bajar su brazo y así metiendo la llave en su bolsillo.

—El sonido.

—Yo no escuché nada.

Shoto soltó el metal y se balanceó sobre sus talones. El ambiente había cambiado a uno bastante incómodo.

—¿Dónde vives? —preguntó, ahora dirigiéndose hacia el desconocido.

El alfa más alto la miró, pensando en su respuesta. Abrió la boca y habló, el barrio o colonia donde se encontraba su “hogar” estaba bastante lejos y ciertamente no quería ir. No quería estar en ese lugar.

La mujer se quedó reflexionando unos segundos. Ya era bastante tarde para que el muchacho se fuera solo a su casa —Ya es de noche, ¿No pueden pasar por ti?

Sociedad de mierda [DkBk]Where stories live. Discover now