XIV

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-¿¡Otra vez, mocoso!? -lo zarandeaba con brusquedad, sus heridas no le permitían dar un poco de lucha -¿¡Acaso te eduqué para que fueras una puta!?

-¡No son feromonas de ese tipo! -incluso decir "sexuales" le parecía vergonzoso -¡Yo no hice nada, dos de ellos se iban a pelear y los separé!

Su cabeza dolía demasiado, su cabello era jalado con violencia. Llevó sus manos hacia las de su progenitora para intentar quitar su agarre, lágrimas empezaban a deslizarse por sus mejillas y sus quejidos se mezclaban con sus sollozos.

Masaru veía horrorizado lo que su esposa le hacía a su hijo, un nudo en la garganta se formaba y su cuerpo parecía entumecerse en impotencia y rabia. Cuando conoció a la ceniza, parecía ser una buena persona y esa imagen se pudrió cuando se casaron, o incluso antes, sin darse cuenta había ignorado muchas señales de alerta.

El ácido estomacal subió a su garganta y sus articulaciones parecían atascarse. Vio cómo su hijo era tirado al suelo y escuchó un chillido más agudo que todos los que había escuchado antes (o al menos así le pareció). No podía más, su mujer estaba completamente loca y si seguía así, mataría a su niño.

Corrió para apartarla sin importar las consecuencias, aventó a su esposa hacia el otro lado del salón y lanzó un gruñido gutural que jamás había salido de él. ¿Qué clase de padre permitía que dañasen de esa forma a su hijo?

Los sollozos de Katsuki llenaban el silencio sepulcral que había tomado lugar en toda la casa. Estaba hecho bolita, cubriendo su estómago y ocultando su rostro… se veía tan vulnerable, una imagen que en su escuela, ni el más drogadicto, se podía imaginar.

Lentamente levantó la vista al no recibir ni un golpe, con el dolor corporal y su mente concentrada en contrarrestar esa sensación, no había escuchado el gruñido de su padre. Vio al alfa dándole la espalda, como si tratara de cubrirlo. Y vio a su madre levantándose del suelo lentamente.

Abrió los ojos sorprendido y cuando pudo observar la cara de la ceniza, sintió un vacío en su estómago y el sentimiento de peligro y alerta lo llenó. Tenía miedo, demasiado.

Trató de levantarse antes de que algo malo sucediera, pero la mujer fue más rápida. Tomó al alfa del collar y lo jaló con fuerza para tirarlo contra la mesa, ahora su atención estaba centrada en el mayor.

-¿¡Quién te crees, estúpido inútil!? -vociferó haciendo retumbar los tímpanos de los otros dos -¿¡Ah!?

-¡No puedes seguir golpeándolo! -tosió, se había sofocado con el golpe.

-¿¡Según quién!?

Katsuki no sabía qué hacer. No quería acercarse para defender a su padre, tampoco quería volver a ser blanco de su madre y no quería ser golpeado por ello. Quería vomitar.

Cuando vio el puño de la oji rubí alzarse a la altura de su cabeza y después dirigirse con rapidez a la cara del castaño, no pudo más, corrió lejos de ahí y se encerró en su habitación bajo llave… claro, después de vomitar en el baño. Era la peor crisis que recordaba haber tenido, temblaba y buscaba refugio bajo las pesadas cobijas.

Los gritos de la matriarca retumbaban en toda la casa, casi que su cerebro podía recrear el sonido de las descargas eléctricas. Sin embargo, no se sintió tan mal hasta que la aparente calma llegó. Todo se había tranquilizado de golpe y lo peor que pudo pensar era que la mujer había matado a su esposo. Se encogió aún más y esperó atento el sonido de los pasos subiendo las escaleras, pero se extrañó al no reconocerlos como los de la ceniza. ¿Su padre la había lastimado y por eso subía más lento?

Tragó saliva cuando su puerta fue tímidamente golpeada, retuvo su respiración con la expectativa de que fuera abierta de golpe como era la costumbre. Extrañamente no pasó, ¿Será que el muerto no era el que creía?

Sociedad de mierda [DkBk]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz